21 ó 22

Se va 2021. Otro año más sin darnos cuenta. Con él se fue papá. Se va el año de los siete mil novecientos millones de habitantes con sus trescientos sesenta y cinco días. Se va un año impar el que coleccioné botellas vacías y puesta de sol. Resumir todo un año en unas cuantas letras hace que te olvides de algo importante que te pasó el doce de abril o el veinte de octubre. Pero no lo recuerdas. Recuerdas que vinieron ellos. Y que también se marcharon. Intentas recordar los nudos de aquella regata pero sólo alcanzas a sentir que fue la más peligrosa de tu vida. No sabes los grados que hacía en Miami pero sí el tacto de su arena rozando tus pies desnudos. Eres incapaz de sumar las millas de todo un año pero sí sientes lo lejos que está Idaho o lo largo que se hacen los vuelos hasta tu país, sea de ida o de vuelta. No recuerdas las estadísticas pero sí sabes que el virus vino diez días a casa, tumbó a dos, pero a mi no quiso ni saludarme. Soy incapaz de contabilizar las casas en las que he estado, pero me he mudado otra vez. Por no recordar, no recuerdo cómo se hace una paella, pero me sale de memoria. Empiezo a pensar que el año que se va es ya año para olvidar. Sin embargo, tengo mucho que recordar de él, porque este año fue el año que más dinero gané o más libras levanté. No ha sido el que más fotos he realizado pero algunas de ellas son memorables. No ha sido el año que más he escrito pero sí he juntado más letras que otras veces. Y es más que probable que haya sido el año que más he llorado y que más he reído, porque ambos verbos los conjugo cada día un poco más. Y seguro el año que más veces dije gracias. Y por supuesto el año en el que me hice más libertario y vi a los Rolling. Pero si de algo me ha servido este año que se va es para saber que llego al nuevo año más fuerte, preparado y experimentado que nunca porque nunca tuve tantos días vividos como hasta hoy. Mañana será otra cosa. Pero hoy, estoy en mi grado máximo de vitalidad, tranquilidad y estabilidad. 2021 no ha sido ni mejor ni peor que otros años. Ha sido otro más. Otro más para adaptarme -o no- a los tiempos que corren. No espero grandes cosas del 2022 porque las tuve en 2021. Otras nunca las volveré a tener. Y está bien. Porque todo está bien. Lo único que sí le pido al año que viene es que siga reconociéndome en el espejo como la persona que decide ser como es. Tal vez feo, fuerte y formal pero siempre libre. Y también está bien. Porque decidí no cambiar nada en 2021 para cambiar todo en 2022. Y porque aprendí en 2021 que hay que desaprender en 2022. En realidad las cifras, el tiempo y todo lo que acabo de relatar no existe. Y sólo existe cuando tú lo lees. Porque cuando lees es cuando haces realidad todo lo que comparto. En el 21 o el 22.

¡FELIZ AÑO NUEVO!