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20104 de junio
Llevo ya muchos meses de duro entrenamiento casi diario. Apenas he fallado desde enero de 2009 cuando me calcé las zapatilas de correr. Antes, en bici, había recorrido miles de kilómetros, por esa afición que sigo manteniendo desde que me regalaron mi primera bicicleta de carreras con diez o doce años. Pero nunca me había caído.
El pasado 4 de junio, en un recorrido que conozco con la palma de mi mano, me torcí el tobillo derecho al estar bajando una parte de ‘campo’; perdí el equilibrió y fui a dar con todo mi costado derecho de bruces en el suelo. Como digo, jamás antes me había caído. Hacía mucho calor y era el primer día que salía con camiseta sin mangas: pierna, mano, brazo y hombro raspados. Me levanté, me sacudí y seguí.
Es pura enseñanza de la vida.
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