Hoy te regalaría…

Es la ausencia de flores en los jarrones, que presiden este salón helado, la que me hace sentir lejano aquel día en que las velas se apagaron con el soplo de tu aliento malvarosa.

Deshojada la margarita, calleron treinta ocho pétalos como los clavos extraídos de los ojos
del crucificado, condenado por pretender ser el rey entre los mortales elegidos.

La funda de tu almohada ya aguarda la esencia nívea que riegue tu interior meloso, mientras se derriten los labios que tuvieron las descargas de aquellos amaneceres.

Recicla los recuerdos, embala los restos de los tallos cortados y llena una pira con recortes de periódicos que sólo contaron mentiras familiares. El humo lo purifica todo. Hasta los peajes, los compromisos y las ataduras a falos inventados. La sangre no es tan poderosa, como tampoco lo es la ocupación del congelador.

Hoy te regalaría… un paseo por la playa