Viejos fantasmas

Refugiado en este rincón, he creído ver mi reflejo en el espejo roto del pasillo.

Fragmentos de algo que ha dejado de ser… ni tan siquiera él es dueño de mi imagen.

No hay peajes.

La barrera quedó destrozada en mi última colisión. Sin embargo mis caballos, ciento cuarenta, aguantaron el embite.

Descalzo y sin mirar atrás, sé que las huellas las borró la marea. La luna ahora sólo ilumina mi futuro.

Me he salido de todas las carreteras que este mundo me había puesto porque el camino trazado es algo que ya han recorrido antes por mi. No llegaría jamás.

En mi mapa no hay carreteras. Sólo se ve el horizonte y unas voces de niños que me esperan cada anochecer para espantar a su viejos brujos.

Vivo para dejar vivir, amo para dejar amar y respiro porque ellos, los fantasmas, han decidido que es hora de respirar.

Aspiro, espiro.