El primer envite

Ya vienen las calles solas hablando entre ellas;

los azulejos están limpios por la goma del gentil hombre de la cuba;

el cartero me trajo las últimas cartas de las chicas que se quedaron en Puerto España;

y ella, la melodía de la isla, se quedó prendida en un chapa en la solapa de mi chaqueta.

El primer envite de melancolía, lo superamos.

Mañana, es ya hoy y en breve, será ayer.

Y huelo el aroma del jazmín que aquella noche cogiste entre tus labios…