10
2006Cierra esa puerta
La noche ha llamado.
Espera sentada apoyada en el quicio de la entrada a ningún lugar. Asoma tu alma; déjame que me quede colgado del suspiro que diste cuando la última gota de vino de la botella que trajiste de muy lejos, extinguió sus latidos al quebrarse en el suelo.
Lloro como un niño lo que es probable, no supe defender como un hombre. Ya da igual. Ella me llama. Ha desplegado su capa tintada de carbón para llevarme entre sus oscuros brazos.
Lugares desiertos; bocanas de puertos secos; olas sin sal.
Deja de mirarme; cierra esa puerta. Siéntate cerca. Llena de ladrillos el hueco. Me llevaré la hoja y la usaré como alfombra voladora. En mi particular trayecto dibujaré con mis dedos tu silueta entre las dunas. Allí me dejaré caer y encerrado en la cueva de los mil y un ladrones diurnos, dejaré la sangre que ella, la noche, me roba cada vez que viene a visitarme.
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