Sientes por dentro que todos se van

Al final todo se escapa;
nada ni nadie se aloja más allá de lo sentido
y me desangro por los ojos
llenando la soledad que dura una canción.

El silencio acompaña, al fin, estas horas
escurridas a través de una manecillas agobiantes
y descorazonadas porque saben que todos se van.

Todos nos vamos,

somos transparentes;
fuimos recuerdos,
serán lágrimas sobre unas lápidas invisibles
y en un sólo segundo las flores se deshojarán
pensando que también yo estuve
y sin embargo, como las horas, me fui.

He dejado ya aquí un rastro salado
como el río de toda una vida que se aleja del mar
al que le pide a gritos agónicos
que lo arrope entre viento, olas, con arena y algas.

Me abandona la fuerza de mi respiración
insuflando al futuro una imagen que jamás valdrá
más allá de una simple moneda que cae al suelo
o el de niño que llora cuando rompe las cadenas
que une sus manos con la de su madre
y solloza… mamá tú también te vas.

Vamos en fila, seguidos unos de otros,
nos miramos: todos, ellos y nosotros, se van.