Su mirada… en el cine

Ella, ella sí que ha sido, es y será grande. La más grande.

La Lola que jamás volverá a tener esta jironeada España partida por diecisiete (E/17), cainita, que ha cambiado las palmas por el móvil, el abanico por el burka y la pieneta por cullifas.

Lola, La Faraona, Lola de España. La única. ¡Qué grande fue!

Sacó a su familia adelante, gitana, gitana, gitana. Dió su sangre por su hijo Antonio que se fue cuando ya no aguantaba más la soledad de su madre en su cielo… Edipo gitano, tragedia clásica de raza, con tacones y palmas.

Fandangos, seguidillas, sevillanas, olé, ole y olé, Lola.

Ahora al cine. Yo compré hace años en el "topmanta" (lo siento Ramoncinito por tu diezmo sgaeniana) tu recopilatorio y oí quejidos, llantos y bulerías de una España en blanco y negro, que luego cuando se pintó de rosa te subió al estrado por 5 millones de asquerosas pesetas.

Y tu cáncer. Y tu hijo. Me habría roto la camisita para que nos cantaras un poquito más antes de irte.

Y tú, gitana española, flamenca, señora, reina, "volantera", artistaza y dueña de los tablaos, nos dejaste un legado insuperable.

Mi admiración, Lola, de éste, que a veces, pasa por gitanillo… ¡OLÉ!