Máter amantísima

Recuerdo que hace muchos años vi la película de José Antonio Salgot, protagonizada por una joven Victoria Abril. Era 1980. La sinopsis es esta (según la Red): Clara da a luz a su hijo Juan. Surgen problemas en el parto. El niño nace "desconectado": presentará pronto síntomas de autismo. Según crece requiere más atencion. La relación madre-hijo se hace patológica. Clara aumenta su identificacion con Juan. Se va aislando del mundo exterior para dedicarse solo a su hijo.

Por otra parte, viene a mi memoria Rhea hija de Urano y Gea. Al parecer con ella se inició la tradición de celebrar el día de la madre.

Ayer, por ejemplo, vimos a otra madre feliz: Letizia.

Todos estos mimbres se unen para recordar que mañana, por hoy, es el día de la madre. Madres.

Lejos de las campañas publicitarias que aprovechan hasta el color de la cremallera de la bragueta de la vecina para venderte incluso un alma de alquiler para unos días en Jaén II, deben ser reconocidas, no hoy, en este día, sino a diario.

Podríamos caer en el "nacionalsocialismo" del Partido alemán, que sólo veneraba a la Patria y a la figura de la madre, o en el vetusto "matriarcado", instalado en las primeras sociedades humanas, o ser acusados de "Edipos", pero es que, ellas, las madres, son nuestro nexo de unión entre la nada, la vida y la vuelta a la nada.

Creo haber dicho ya en alguna ocasión que la mujer es el ser humano perfecto e imprecindible, por naturaleza: da la vida, milagro que no es posible sin su útero. Pero es que cuando ellas paren, crean vida, se otorgan el derecho a mantener una relación con sus hij@s absolutamente inquebrantable.

Las he visto llorar en las puertas de las cárceles, amamantar, dejarse sacar sangre, defender la inocencia de su criatura o volverse locas arrebatándoles la vida a sus descendientes como unas "Medeas" enajenadas por un chute de amor maternal. Pero ellas son así.

María se mantuvo a los pies de su hijo hasta que éste expiró abandonado por su Padre. Ella se empapó con sus gotas.

En todos los tiempos ha habido motivos para reconocer a la figura de la madre, insustituible. La figura de él, páter familias, es movedizo. Madre no hay más que una. La madre que te parió.

Me subyuga ver unos pechos que dan de beber al nacido indefenso, una barriga que alberga al nasciturus o unas eternas pernoctas junto a las camas de hospitales, cárceles, cuevas, casas de adobe… Admiración.

Vaya mi sentido homenaje a todas las MADRES del Mundo, las que están y son, las que sin estar, fueron, o las que serán. Su cordón, el que nos da alimento durante nueve meses, permanece en nosotros hasta el día que nos extinguimos; dicen, he oído al menos, que el último recuerdo de un ser humano antes de apagar su luz vital es el de su madre. Será que de ella nacemos y a ella volvemos. Por eso nunca dejamos de ser hijos de…

Mamá, esto también va por ti.