El cuello de la marinera

Buceando entre los bancos del parque

he visto el color del horizonte; pinta tus ojos

del mismo tono que el olvido.

Gentes custodiándote, mientras miras… ¿dónde?

Mi billete, fue de vuelta ¿lo recuerdas?

Marinera, tú eres quien querías ser;

el aprendiz de naúfrago me susurró al oído,

una noche, desde el balcón a la nada,

que le prestó su sangre a un sueño.

Pero llegó el sol: desperté sangrándome el alma.

Las ruedas siguen su camino: tu cuello.