Una mirada tuya bastaría para sanarme

Sigo con la punta de mi dedo la figura que el espejo me proyecta tras el vaho de un soplo tuyo… trazo, una y otra vez, las letras que componen un nombre que suena a silencio… a vacío.

Subo y bajo… apoyo mis manos en tu silueta inventada, imaginada, impresa en un recorte de memoria cogida con alfileres en el corcho que tapa el motor rojo de cada amanecer.

Ahora, con un rápido "clac" saltan las afiladas secuelas de errores y vienen a alojarse, sin peaje, en lo más recóndito de tu ser prestado… puesto a la venta para que, el mejor postor, lo desguace y cuelgue mis ojos del espejo retrovisor de su sarcasmo.

Mis ojos en venta… ¿y los tuyos? 

Una mirada tuya bastaría  para sanarme.