Sabes a chocolate

Anoche, mientras te derretías en mi lengua, supe que la selva que te parió, había arrojado a este mundo a un trocito de chocolate, negro, amargo…prohibido.

Supe por fin que el ébano tiene tacto de seda y las noches se confunden cuando abrazan tu cuerpo que transmuta oscuridad brillante.

Noté como las fluorescencia de tus ojos iluminan tu caminar en las cacerías al hombre… al hombre blanco, que una vez más, se funde al colgarse de tus pechos.  

Soy incandescencia terrenal que se adhiera a tu piel como un tatuaje hervido con un punto lisérgico y amnésico.