Llueve cada mañana… sólo llueve… los cristales son los cementerios de millones de gotas sin nombre que deciden venir a morir a los transparentes muros que me separan de la calle.

El gris lo pinta todo… plomo, plúmbeo… pesado, agonía del color

Y vuelvo a mirar por si logro ver a los conejos de colores que salen de las alcantarillas en tu búsqueda…

Una ola gigante se forma en la plaza… llenará de espuma todos los balcones y preñará de blanca espuma los traslúcidos ladrillos de los edificios para hacer que entre la luz…

Ellos saltan, salen… arriban los rayos… llegas por la esquina y mis vecinos gritan:

¡She´s a rainbow!