¡Jump!

Are you ready to jump?
Get ready to jump
Don’t ever look back, oh baby
Yes, I’m ready to jump
Just take my hands
Get ready to jump  

 
Aquella mañana parecía más calurosa de lo habitual. Una simple mirada hacia atrás, permitía ver a Luis que la noche había sido distinta. Sus sábanas estaban totalmente enrolladas; parte de ellas en el suelo. Quedaban restos de carmín en la almohada.

Luis estaba apoyado en un lateral de la ventana. La escasa brisa matutina que entraba a la habitación, hacía que esas cortinas, ligeras y blancas, les rozaran la cara y el pecho. Esto le permitía sentir como se mitigaba la sensación de bochorno de la mañana. Luis, mientras, miraba impasible como iba aumentando el tráfico que transitaba por una de las grandes vías de comunicación de la ciudad. La torre en la que estaba, le permitía observar como los coches formaban ríos de sangre que circulaban por el nudo de las arterias que se divisaban desde su ventana en el dormitorio.

Eran las siete de la mañana. Había que ir pensando que haría el resto del día. La posibilidad de acercarse a la oficina no era la mejor idea. Antes, quizá, iría a pasear, a aclarar ideas a esa zona de la cuidad que tanto le gustaba. Sólo contemplar el amanecer reflejado en los edificios modernistas era para Luis agradable; le hacía disfrutar, y todo pese al enorme estruendo de la circulación que lo rodeaba.

Luis creyó que lo mejor era desayunar, ducharse y salir a la gran cuidad. De repente algo sonó en su radio despertador. Madonna. ¡Jump!

Y miró a los turismos tan cerca, como jamás, antes o después, los volvería a ver.