Una frase

"Nada me parece la mitad de perfecto como cuando tú estabas aquí" suena el  ipod del viejo caminante que espera que un nuevo rayo de sol, le permita calentarse. Mira a su alrededor. Vagabundos. Perros viejos que saben que el sabor de la libertad de su amos, bien vale para esperar en una silla transparente, desde donde se ve todo. Sin ropa mejor. Desnudos, como almas gemelas. Amo sin perro, perro sin amo.

Siguen esas notas musicales indicando que la casa es una ruina, que el cajón habla de ti y que cuando tú no estás, nada es así… 1/2. O sea ni la mitad.

El caminante se levanta, busca abrazos. Los vagabundos mirar. Dan otro trago a su cartón de "donsimón". En el aire no hay abrazos. Hay electricidad. Más pasos en falso. Out or order. Y un maldito dice… estos son los últimos versos que te escribo porque mi corazón está cerrado por derribo.

De repente un árbol. Un corazón trazado con un viejo abrecartas de esas que ya no se escriben . En esta ocasión no lo atraviesa una flecha. Aparece un frase que lo cruza de norte a sur, de este a oeste: "cuando algo sucede, es que estamos condenados a vivirlo, convertirlo en algo bueno es arte".

El caminante, se detiene. Una vez más. Piensa, más tramoya -necesito una nueva cuerda para morir por visésimaquinta vez en este día-. Reacción. Deja que las huellas de sus pasos se envuelvan en esa frase y besarle los labios.