VI (de Seis encuentros con Dalí)

Titiriteros con lenguas de serpiente,
calzas puntiagudas y eslabones
cargados de huevos sin hervir.

Nace del cerebro un pecho desnudo;
del costado, la lanzada se convierte en labios
que, vistos al revés,
son una habitación con balcones
a costas sin playa, con barcas
embarrancadas en las piedras de Portlligat.

Y sus esculturas levantan sus brazos:
¡Ave César los que van a ser pintados, saludamos!
y nos cagamos en el alambre del teléfono
que ahora usas:
se llama movilísimo
o querido móvil que me dejas inmóvil.