Una extraña sensación…

Ciertamente uno está acostumbrado a hablar de los demás. Ayer fue la primera vez que lo hice solo y sólo de mí mismo. Una experiencia nueva. Ayer, mientras Lola Romero hacía una maravillosa presentación y Juan Carlos dejaba en el aire palabras que me dejaban boquiabierto poniendo voz a mis letras que, por supuesto era incapaz de reconocer como propias, paseaban por mi mente todos esos momentos catastróficos y personas que jamás creyeron en mí. Sí, me acordé de todos ellos.

Ese momento, pese a esas imágenes, en el momento de presentar en palabras tantas emociones  que han pasado por mi vida a lo largo de estos últimos cuatro o cinco años, reflejadas, algunas,  en Ellas… mi liblog, fue particularmente gratificador. Aquí ya no importaban los libros vendidos.

Lo que importa, es el reconocimiento que muchas personas te hacen cada día, cuando se acercan a Vagamundos a leer o el que, ayer,  en la Biblioteca provincial, dejaron en mis oídos todos los asistentes. Sobre todo ánimo, mucho ánimo, como el que, desde el primer día que leyó algo mío, me dió siempre Mercedes Moreno. Y así me lo tomo.

No dejaré este gimnasio que tanto está aportando a mi músculo emocional y psicotrópico. Y si a además vienen más libros, estaré encantado de seguir cosmopoliteando en busca de esas palabras mágicas que todos llevamos dentro y que gracias a la escritura, intentamos plasmar en cada frase que creamos. Y todo porque además, el escritor, cuando ejerce como tal, quiere ser leído. Eso es lo que busco a diario.

Gracias.