Desmelene

Acabas de llegar de tu oficina.

Pero tus agujas dejan su marca en el parqué. Has dado un enorme repaso a la casa. Todo en orden. No hay zapatos en la entrada. Y el polvo ha emigrado a otro piso. Yo ando entre la birra y el chocolate culero, crocanti de sabores que me ponen a la altura de Sísifo, pero cuesta a bajo.

Y ando esperándote.

Y te saco la lengua desde el frigorífico donde apoyo mi hombro derecho. Y tú me espetas. Y to te guiño. Y tú te llevas el índice a la punta de la lengua. Y yo que pierdo esa raya perpendicular que parte mi cuerpo por mitad en relación al suelo. Y tú que te tocas el tirante negro de tu sujetador -carísimo-. Y yo que ya no puedo más, babeo hasta llenar un buen charco en suelo de gres.

Y tú que me miras más de la cuenta, pierdes un tacón de aguja y lías este desmelene cocinero.