Jun
02
2008Replicante
Un, dos, tres. Reciben la orden. Un, dos tres. No comen de sus frustraciones. Cada día es su último día. Acatan y cumplen. Luego, en el descanso, piensan. No hay miedo. No hay dolor.
Se mojan tanto como tú y como yo. La lluvia es, sin embargo, su agua bautismal. La pila: el charco por donde caminan y se detienen para resolver sus dudas existenciales. Ahora renace otra oportunidad. Luz del día. Un nuevo charco. Y un bautizo regenerativo a cada amanecer. La caza está abierta. El coto cerrado. Los tejados de plomo. Y el cargador de cada una de sus armas, vacío. Ellos matan con palabras. Te recuerdan tus fracasos.
Y tú, indefenso, sí comes de tus frustraciones para morir, cada día, una vez más.
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