Jun
16
2008Un taxi
Recogiste tu ropa. El taxi llegó.
Te llevaste hasta las etiquetas de las botellas vacías. Busqué mis gafas de ver y de sol pero me encontré la factura de la casa de empeños. Las cartas ardían en la cocina y mi corazón lloraba al ver como el frigorífico sólo albergaba las fichas del blackjack. El paquete de tabaco estaba arrugado, el cenicero roto y la tarjeta de crédito hechas jirones.
Y al final, ni la bandera de nuestro dormitorio respetaste.
Menos mal que me dejaste una caja tonta en salón, un caja de cerillas en la mesita de noche y una enorme caja de pino en la cochera.
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