Hoy me vino a ver el señor seis. Eran las cuatro y no quería llegar más allá de la hora taurina, oséase, las cinco. Es curioso porque desde las siete me venían cantando las cuarenta los vecinos. En realidad son una banda de cuatreros. Vienen de dos en dos para evitar que me monte un trío con algunas vecinitas. Cierto que hay una rubia en la planta siete y una morena en el apartamento tres catorce dieciseis, a las que les gustaría que les invitara a un sesenta y nueve. Y yo venga dándole a la botella de Licor cuarenta y tres.

En fin, que el señor seis me dijo que si no soy el número uno en ponerme al día con el recibo mil novencientos ochenta y cuatro, me mandará a la granja de animales, no vaya a ser que las vacas locas les de por contar y entre cuento y cuento, me monten un numerito.

Y mientras, me acuerdo de mis dos vecinitas…

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