La tuerca

Estrambótica. Cariplana y circunferéncica pieza de metal atornilladora.

Sin aceite, te obstruyes. Con agua te oxidas.

Y sin embargo, con frío, te endureces para asimilar a los mal llamados timbres de castillo, simil puerilmente erectizantes.

Desenroscarte es una tarea sisifítica, penitente.

Sin apenas descanso, pides otra vuelta de rosca. Que no es sinónimo de comerte -la rosca-, ni de hacerte -la rosca-, ni de tirarte -de rosca-. Sólo es una sugerencia de que con una llave fija del 22, como el calibre de mi revólver, des vueltas hasta que, con una más, tengas que cambiarme el mono de mecánico.

Las manchas blancas no le quedan bien a esas prendas.