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2008Huelga de amantes
Las redacciones esa mañana, ardían. ¿Materialmente? preguntaba el director de NewsMonth. Todos sus contactos lo afirmaban: sí, Mack.
Sin salida alguna, aquel hombre, desesperado, derramaba una amarga taza de café negro sobre su traje gris. Era el fiel reflejo de un espejo que se arruga ante el paso del tiempo. Temblaba; miraba con el rabillo de su ojo derecho la enorme baranda que separa el balcón del despacho, de la caída. ¿Era una locura?… pero se le pasó un segundo por la cabeza.
¿Llamada por la línea 3? Sólo la usaba ella. Era su mujer, Helen. Al descolgar, una vocecilla se asomaba por el auricular… hoy, cariño, te espero en casa para cenar. No hay excusas porque ya he oído las noticias. Hay huelga de amantes.
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