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2010La juez de Wichita
¡Había delito! Sí. Todo el pueblo de Wichita exigía a la juez justicia. Una juez que difícilmente se mostraba flexible ante la aplicación de la Ley. Sin embargo, su teléfono móvil no sonó ni una sola vez. Ella no recibiría aquella mañana ni una sola llamada: ni del Ayuntamiento, ni del Condado, ni del Estado. La juez se mostraba turbada ante el silencio de sus superiores. El pueblo pedía justicia. Los de arriba, silencio. ¿A quién procesaría aquella juez?
Decidió salir a la calle a pasear, a oír en silencio qué opinaban sus conciudadanos de aquel rumor que se extendía de peticón de justicia. Parada ante un escaparate de lencería fina un niño de apenas diez años le cogió la mano:
– ¿Es usted la Juez de Wichita?
– Sí, yo soy. ¿Por qué?
– Porque mi padre dice que le gustaría que yo un día fuera alpinista para subir a su Monte de Venus y tatuarle mi nombre. Y encima ha grabado su mapa en un vídeo y está en Youtube. En la sección de Wichita… su pueblo.
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