11
201011-m
No me gustaría dejar pasar este día y, al menos, plasmar aquí un sentido recuerdo para que llos que nos dejaron la mañana del 11 de marzo de hece seis años. Eran las 7.45 cuando empecé a oír en la radio las informaciones. Confusión total. Tenía a las 10 una conferencia en IFEMA. La conferencia se suspendió claro. A esa hora, a las 10, me llamaba un amigo de Barcelona para preguntarme cómo estaba. A las 12 hacía cola en Plaza de Castilla para donar sangre. Había miles de madrileños haciendo lo mismo que yo. Fue imposible. El viernes 12, Madrid parecía una ciudad fantasma. Salimos las 12 de la mañana a la puerta de la oficina a guardar un doloroso y trágico minuto de silencio. Por la noche diluvió. Aquella noche, sin apenas esfuerzo, conseguí hilvanar estos versos, que ahora me resultan extraños y ajenos… pero al fin y al cabo, son míos:
ONCE
in memoriam
onces sueños tuve aquella mañana:
once canciones desesperadas
se reproducían en retorcidas gramolas;
once encuentros de caballos de hierro deshechos
con sus jinetes descabalgados en monturas
derretidas en el espesor de la sangre;
once poemas de amor
sin recitar quedaron
por el amargo sabor del oxido agarrado
en la garganta cansada del poeta;
once postales sin envío
escritas once días antes
de la partida sin invitación hacia la oscura nada;
once fragmentos de perlas de cristal
esparcidas por orillas repletas de despojos
de pájaros anónimos
que jamás levantarán su vuelo;
once risas fueron atrapadas en la red del silencio
disueltas en once mares
donde las olas se tornan negras como la pólvora;
once repliques de campanas
-badajos de coral-
silenciados por el desborde de la lava asfáltica;
once sirenas apostadas en techos amarillos
mostrando sus colas prendadas de amor;
once batas blancas cubriendo rostros
que borraron los versos satánicos
once oportunidades perdidas para que ondease
la blanca esperanza engarzada en la
despedida de los que se van.
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