Uñas rojas

Diario IDEAL 14 abril 2010

Abro los ojos. Cierro los ojos. Me veo firmando libros. Una gran mesa. Muchos libros. Delante de mí una enorme y larga fila de admiradoras. Todas, ellas, con su pies descalzos. Un detalle llama la atención: sus uñas, todas roja. Es una infinita hilera de pequeños y diminutos puntos rojos que se pueden seguir perfectamente con la vista, hasta que ésta, se pierde, se cansa. Abro los ojos. La pantalla me reclama. Otro correo. Prefiero optar por cerrar los ojos. Lo hago. Sin dudar, la fila de admiradoras me seduce más que la pantalla. La siguiente, al pedirme un autógrafo, se inclina. Lleva una camisa abierta. Su escote luce un espléndido y suave tono broncíneo. Me doy cuenta de que no lleva sujetador. No me dice nada. La sigo con la mirada. Se acerca; me susurra: eres el que escribe cada miércoles en Ideal, ¿verdad? Ahora no digas nada y deja, simplemente, que yo haga. Y la dejo. Y un torrente de calor me recorre el pecho. Al mirar hacia abajo, mi camisa, antes blanca, es ahora roja, roja como la hilera de uñas pintadas en los pies descalzos de mis admiradoras. Me ahogo. Abro los ojos

Esto que acabas de leer bien podría ser uno de los cientos de ‘breves’ que cada segundo se nos ocurren. Es el poder de la imaginación, la fuerza de nuestra mente. Está escrito en tiempo real. No hay correcciones ni rectificaciones. Es la frescura -menuda pedantería- de la agilidad que da el escribir en un blog. Los cuadernos de muelle de toda la vida, pero en versión digital. Estos escaparates virtuales -a los que cada vez le tengo más cariño- se han convertido en lo mejor y peor de cada uno de nosotros. Casi siempre, lo mejor.

En tiempos de crisis cuando uno agudiza el ingenio para buscar curro, siempre te recomiendan: ten un curriculum bien presentado. Hoy, entre los perfiles de Facebook, Twitter y Tuenti, te tiene fichado por todos lados. Hasta los ‘reclutadores’ de talentos usan estos ramajes para buscar en su nicho, cerebritos que ayuden a su empresa a vender más. Y lo consiguen. En las últimas semanas he visto como niños o jóvenes de entre 16 a 18 años se están forrando por inventar minijuegos o montar agencias de viajes online. Llegan los tiburones digitales, te cazan, y das el pelotazo. Cada vez es más fácil saber del vecino gracias a todo esto. Si bien es cierto que lo que acabo de relatar ha generado una nueva dictadura: la tiranía de los buscadores. Palabrita del genio de la moda masculina Bere Casillas -te lo dije Bere; yo de esto escribo-. Ya no podemos evitar dejar de contar todo lo que hacemos en Internet, procurando salir los primeros en todas las listas. La Red es el mayor patio de vecinos jamás creado. El ‘libro de las caras’ es el tercer país del mundo detrás de China e India, creo. Y así, sucesivamente. Suma y sigue. Suma y sigue.

Pero te da un ‘orgasmako’ pensar que si vas a vender aceite a Illinois, ¡joder!, ¡leche!, ¡coño!, sabes del tío de Chicago hasta con quien se va de vacaciones porque lo tiene todo colgadito y muy organizado en Internet. Cada día que pasa soy-estoy más entusiasmado con el medio, la herramienta, el canal…

Por eso mi mente, cada segundo, es menos lineal y más picuda. Todo roto y hiperenlazado. Todo unido, todo conectado. Y mientras, pienso en toda esa hilera de admiradoras que esperan a que les firme un ejemplar, pensando si llevaran, o no, bragas del mismo color que el esmalte de sus uñas.