Mi señora

La semana pasada, el martes, hacía calor. Un calor agradable, de esos que invita a no hacer nada, salvo estar en la calle. Sentir lo que pasa a tu alrededor y alejarse, por unos segundos, minutos o una infinita hora, de la cruda realidad que nos ahoga. Decidí desde Jaén, por la antigua nacional hacia Granada, rodar hasta Carchelejo. Era la misma carretera que el día 1 de enero de 2009 usé para comenzar algo nuevo, no sólo por el comienzo del año, sino  porque, en febrero cumplía 40 años.

Cogí a mi señora, a la señora de todas las señoras, llamada HD Sportster 883 y decidí recorrer esa distancia y esa carretera, sin prisa. No superé los 80kms/h. Me detuve en el mismo lugar en el que, un año y pico antes, había dejado a mi otra señora, descansando en el puentecito sobre el río… -cuyo nombre ahora ignoro-.

Fue un largo paseo, usando el casco abierto y llevando como única prensa, una camisa. Sentí la brisa, el calor, la sensanción de saber por qué la American way of life se representa en esta máquinas fabricadas para el puro placer de pasear. Luego destilas un olor inconfundible.

No tiene nada de similar con aquel viaje a lomos de otra HD entre Málaga y Zante -Grecia- que realicé en septiembre. Pero desde luego disfruté como un auténtico easy rider camino de alguna comuna donde me esperaban las chicas con sus pechos al sol, pidiendo ser comidos y fumando deliciosos chetines de marihuana.

Love and peace.