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2010Los popes del terruño
Diario IDEAL, 10 noviembre 2010
Está gris. Hoy es uno de esos días en los que no apetece hacer casi nada. Ha llagado el frío. Un otoño que regala tonos ocres, rojizos y hasta desnuda las frágiles ramas a la espera de que le viento las quiebre, otro año más, para volver a necer en primavera. Hoy, he dejado que pasara el huracán elecciones USA que aquí se viven como si nos fuera algo en ello, escondiendo así las viejas pasiones cainitas que tanto nos gusta gastar en el terruño patrio.
He leído, visto y oído a toda una horda de popes enfundados con túnicas de ‘progrez’ inculta, trasnochada y llena de frustración al analizar el varapalo que los ciudadanos americanos le han dado al Sr. Obama, sólo dos años después de que, de forma inapelable, arrasara frente a McCain. Aquí, esta ‘progrez’, sigue juzgando con la similitud de partidos… Republicano-PP (o Derecha), Demócrata-SOE (o Izquierda), significando ello, un ejercicio de supino desconocimiento que por obvio, no merece comentarios.
Han corrido ríos de tinta en contra de la última victoria Republicana como si las señoritas del Tea Party fueran a desembarcar por Cádiz e invadirnos, sobre todo, para implantar a sangre y fuego en este país, o mejor en Andalucía, una dramática tasa de paro del 9%, cifra que los estultos ciudadanos USA ven intolerable. Entre otras cosas. Se han levantado voces catedralicias juzgando a una sociedad que tiene sus valores muy claros. No en vano, desde el 4 de julio de 1776, que nacieron como país, siempre han vivido en libertad y en democracia. En el mismo período, aquí, apenas si sumamos 40 años. ¡Ojo al dato!
No puedo evitar sonrojarme al ver como estos popes del terruño, que consiguen que seamos el país que más comida rápida y cine americano consume ya en toda Europa, se convierten en señores jueces que todo lo saben y descalifican un vuelco electoral fraguado desde el corazón de millones de democráticos ciudadanos americanos que, si son engañados, no vuelven a votar a ese político -sea de su partido, o no-. Allí las urnas son justicieras. Allí, donde la Nación no es un concepto discutido y discutible, si debes una multa de tráfico te pasa unas horas en la trena, por ejemplo. Allí, cada mes de noviembre, los gobernantes deben consultar a sus votantes si quieren hacer esto o aquello, ya sea despenalizar el consumo de marihuana o montar un trenito caprichoso. Con los impuestos no se juega. Allí, no se concebiría que un Gobernador del Estado fuera elegido sin el voto de sus ciudadanos, como ocurre en nuestra tierra, donde confundimos democracia con la ‘carguitis’ hereditaria-sucesoria de los partidos políticos, convertidos ya en clanes endogámicos.
Allí no se concebiría repetir durante 30 años la misma papeleta y colocar a tu amado Estado no sólo ya a la cola de tu propios país (o sea Nación), sino a la cola de todo el continente. Allí, un ciudadano americano se daría por muerto en combate antes de depositar una papeleta a favor de un partido que, tras 30 años de gobierno, tutela la gestión de una sociedad en la que tener casi un 30% de desempleo, es algo normal.
A nuestros popes de la ‘progrez’ terruñera los invitaría, por una vez, a que se quitaran sus túnicas, y desnudos dejaran de dar lecciones de democracia a nadie. A mí desde luego que no. En democracia, envidio a los americanos del norte.
PA: para l@s que me pidieron que dijera como acabó la columna de la semana pasada, celebrar con ell@s que Fernando entró con gloria y aplausos en su nueva etapa acuática.
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