La (no)carta a los Reyes Magos

Diario IDEAL, 5 enero 2010

Este varios amigos han tenido la osadía de preguntarme qué le he pedido a los Reyes Magos. Desde que soy un ser maduro, que ha sobrepasado los 40, nadie me preguntó jamás qué le había pedido a estos tres Magos que con tanta ilusión esperamos todos. Mi respuesta: para mí, nada. Resulta seco, desagradable y hasta hostil una respuesta de esta contundencia; pero es la puritita verdad. Me conformo con que los Reyes vengan a los que con más ilusión los esperan que pueden ser mis hijos, o esos millones desempleados de zapatería que campan por nuestro país haciendo ya la maleta para pirarse de este puñetero lugar a punto de ser intervenido.

El año 2010 lo arranqué pesimista; pero en este 2011 mi pesimismo es aún mayor. Tengo la enorme desgracia de estar rodeado de gentes que cada día se juegan el pescuezo en el mercado y sus caras y comentarios son para llorar. Me dicen incluso que el ambiente en muchas empresas está muy crispado dado el ajuste de plantilla que algunos han sufrido. Me gustaría estar manifiestamente equivocado. Y rectificaré con mucho gusto -y felicidad-. Pero desde 2008 sabía que nos estaban engañando. 100 años de honradez transformados en 100 años de ‘pobrez’ extrema. Es lo que toca. Es lo que tenía que haber sabido en 2004 ó 2005, pero no debo ser hijo de mi pasado, sino padre de mi porvenir.

Y quizá es aquí donde los Reyes Magos podrían ayudarme. Tal vez esté aún a tiempo de escribirle esa carta con deseos de que me traigan algo más que objetos tangibles, movientes o semovientes. Quizá esa carta debería expresar mi deseo para que todos los políticos se fueran a la fábrica de Willy Wonka y allí purgaran sus pecados por egocéntricos, chupones y arruinadores. O que los llevaran unas semanas a aquellos sitios de decanso que los Soviets inventaron en Siberia donde las ratas te comían los huevos por entregas. Pero claro, ¡es mucho pedir! me van a decir los Señores Magos.

Al menos podría pedirle que me quitara esta mala leche ajena que se me está pegando en el forro del pantalón. A eso, la respuesta sería fácil: pásate a lo más plus y chútate el 24 horas de GH. Cultura para el pueblo. Total, tanta información es mala para la salud como el tabaco. Y aquí me paro porque me sale la vena ‘anarka’ y pido marihuana para todos y muchos sexo, que eso es lo que nos pasa. La luz que nos dice Nike que nos han quitado es simplemente ‘mal follaos’ (Carmele dixit: ‘los españoles follamos poco’). Y ahí puede estar el ‘quid’ (léase ‘cuid’, no ‘kid’ ¡so kárate…!) de la cuestión patria. Como tenemos 17 formas de follar, pues ya nadie folla con el vecino.

Menuda carta que no he enviado porque a este paso los Reyes me manda a lavar la boca con jabón del ‘Lagarto’. Mi madre seguro que lo piensa. Pero Mamá -que sé que me lees- es lo que tiene esto. Que tú me educaste muy bien; pero cuando escribo suelto sapos y culebras.

En fin, es la triste (no)carta de Reyes de un hombre del siglo XXI desesperado. Sí, desesperado. Por eso busco esas tristes tardes para lanzar mis redes en algunos ojos oceánicos. Pero el mar se ha secado. Como las lágrimas. No soy Neruda ni Larra, pero más como el segundo, si por escribir fuera, me habría pegados tantos tiros en la sién como palabras tiene esta columna. Quizá así se lo pida en mi carta a lo Reyes. ¿Escribir o tiros? No lo sabré hasta que no la envíe.

Y eso, a estas horas, aún no lo sé.