Te quiero gitaniya

Esta es la inscripción que ondea en una de las puertas de un centro público de enseñanza en Jaén. Reconozco que me encanta. Esa letra griega a la que han querido desterrar por una sin gracia ye, me mola. Como la letra k. Hubiese sido genial si dijero ‘te kiero gitaniya’. ¡Bua! Sms twitteado en sentido puro. Encima grafitero y a la entrada de un lugar sacrosanto de la enseñanza pagada con los impuesto de la peña curranta -en vías de extinción-. Pero es inscripción me ha dado la idea de esta columna.

¿Se imaginan a Letizia marcando pezones con una camiseta con esta leyenda urbana? Sería lo más ‘it’. Se lo recomiendo a Zarzuela. Pero ¿por qué digo esto? Muy sencillo. Este fin de semana me he enterado de que en ese palacio está apesadumbrados porque la citada consorte del Príncipe de Asturias, que ni es ni será ‘princesa’ -ojo al dato, por favor- están que trinan porque nada de lo que se coloca en su esmirriado cuerpo marca tendencia. Este ataque de cuernos de la moda les ha entrado al enterarase de que Kate Middleton, la prometida del príncipe Guillermo, todo lo que se cuelga en su esbelto cuerpo, arrasa en la Gran Bretaña. Al parecer sus zapatos, bolsos, chaquetas y demás complementos duran 24 horas en las tiendas si Kate las luces en público e Internet hace de escaparate.

Aquí, por el contrario, nada de eso ocurre. Letizia, se ponga como se ponga, no tiene ni el glamour ni la cercanía de Kate. La soflama inglesa nada tiene que ver con ese estirado vivir que gasta la consorte del Príncipe de Asturias que ya tenía sus manías con Armani cuando era presentadora de CNN+. Es que es tan agria y tan arisca de presencia, prestancia y elegancia que las mujeres que la ven, sólo sienten pena de ella. ‘¡Se le ve tan esmirriadita!’ dicen las posibles candidatas a enfundarse lo que ella luce…

La verdad es que aquí ya no tiene ni brillo ni la monarquía. Cierto es que el heredero, ‘Felipe VI, el gris’, poco o nada dice en su estilo. Y ella, como ya he relatado, sienta una gélida y abisal distancia con sus súbditas que apenas si hay ‘feeling’ entre ambas partes. Y sobre eso deben reflexionar en Zarzuela, no sobre si dejan a Letizia y sus huesitos retratarse en bikini -o no- en verano.

En noviembre estuve en Londres y saludé en persona a la mismísima Camila Parker saliendo del Museo del Transporte en Londres. Dos coches oficiales y apenas seguridad. Aquí todo es fastuoso y lleno de audis tipo ‘leopard’ con los cristales tintados. Una horterada, vamos. Por eso ni príncipes, ni princesas -que no lo son-. Ahí tienes a Carlota Casiraghi que ya ha arrebatado toda la belleza a su ausente madre en la baile de la Cruz Roja en Mónaco. Ya gasta un ‘estilako’ que por desgracia, l@s Borbones no poseen. Elena -y su madre-, lo han llegado a conseguir, pero… jamás reinará(n). Nos tocará sufrir a una futurible reina que es el clon de Sisí Emperatriz. Obsesionada con sus obsesiones y su cintura. Por eso en Zarzuela debería tomar nota: las mujeres obsesivas no son modelo de nada ni para nadie. Se pongan como se pongan. Ni en pelota, ni con pijama.

Pero desde luego si yo fuera ese estilista que busca Zarzuela para la famélica Letizia, le diría que se colocara la camiseta antisistema arriba diseñada, engordara unos kilitos y en cuanto pudiera, con el solecito, sacara a pasear su cuerpecito serrano por Madrid, Palma o Cuenca, y en un despiste, dejar caer algo en el suelo para recogerlo, regalando un primer plano de un tanga de hilo color rojo.

Te aseguro querid@ lector/a que en las tiendas se acaban las camisetas antisistema y los tangas de hilo color rojo. Y es que no hay nada mejor para el pueblo que ver a una princesa -que no lo es- seguir queriendo ser pueblo. Pueblo habla pueblo. Pero con camiseta y tanga.

Yo también ‘te kiero gitaniya’.