Die Welle o sobre la autocracia

 TAGS:,die welle,cine,la ola

Ayer tuve la oportunidad de disfrutar de una buena tarde de cine. Tras ‘La guerra de Charlie Wilson’ -con Tom Hanks y Julia Roberts- me vi ‘Die Welle’ o ‘La ola’, una versión de 2008, basada en la novela homónima de Morton Rhue (1981) que a su vez se basaba en el experimento de la Tercera Ola del profesor Ron Jones en un instituto de Palo Alto (California) en 1967.

La película está dirigida por Dennis Gansel y por lo que pude ver, su protagonista Jürgen Vogel en el papel Rainer Wenger, esta vez el profesor alemán, está más que la altura de las mejores interpretaciones que en Hollywood supondría, tal vez, un Oscar. El film reflexiona sobre la autarquía/autocracia y en Alemania, sin duda, las referencias al fascismo, son evidentes -y aún duelen-.

Esta magnífica película nos lleva de la mano del profesor Wenger a una clase que en una semana sufre su manipulación como líder, creando un movimiento llamado La Ola, con evidencias facistoides y donde lo peor del ser humano sale a la luz. El líder manipula y el grupo obedece.

El grupo manda, el grupo une, identifica, se hace fuerte, te protege… pero a la vez anula al individuo y excluye al no integrado generando violencia. Una violencia que trae muerte. Una metáfora real sobre los totalitarismos ideológicos creados a partir del siglo XIX con el marxismo, socialismo, comunismo, fascismo hasta llegar al fundamentalismo islámico actual o los nacionalismos extremos xenófobos basados en la acción militar representados en España con ETA.

No sabemos si la democracia es el mejor sistema político que existe, pero desde luego es obvio que el menos malo. Los que defendemos el poder del individuo como creador, como generador de progreso, no podemos sino celebrar películas con planteamientos tan serios y profundos como La Ola.

Hoy buscamos olas políticas para nuestros jóvenes. Sin embargo, no son exactamente políticas. Alcohol, drogas o desempleo, pueden ser, el día menos pensado, un polvorín que estalla dirigido por un esquizofrénico que un día se pasó de pirulas mientras que sus correligionaros marchan a su son agarrados a botellonas multitudinarias haciendo la cola del paro. Es para pensárselo.