¿Qué le dice el pez chico al pez grande?

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Resulta que a esta pregunta siempre se responde con la misma palabra: ¡pezón! Y es que hoy esto va de tetas. No te me asustes lector. No te alboroces lectora. Se trata de una simple disección publicable sobre los gustos del escribiente acerca del tamaño de los pechos de las chicas que, de vez en cuando, me ha dado algún que otro quebradero de cabeza. Cierto es que los que me conocen saben que siento admiración iconográfica por Pam Anderson.

Pero ello no nos debe llevar a la conclusión precipitada de que a mí me molan las tetonas pechugonas. Que no. Que es un grave error. Esta chica, prota de mis sueños más aceitosos, representa la esencia de la iconografía sexual-sensual de finales del XX y comienzos del XXI. Como recurso, insisto, iconográfico es inagotable. Ser portada hasta en catorce ocasiones en Playboy no hay muchachita que lo haya conseguido. Y sólo por eso, ella bien merece seguir siendo lo que es para mí.

Pero desde luego no son los pechos que me molan. Tal vez en esto me quedé en los deseos más húmedos de mi tierna infancia cuando veía aquellos interviuses, playboys o libes que nos mostraban chicas con esas dulces y delicadas tetitas, siempre con tendencia ascendente y unos pezoncitos dignos de ser primos hermanos de unas gominolas de fresa ácida. Tetitas tipo Marisol, cuando lo era, son en la actualidad las de Kate Moss, que además tiene un lunar que marea entre ambos clones pezoneros que simulan acaramelados y angelicales timbrecitos de un castillo aún por descubrir. Esas tetitas delicadas y hippies las usa por ejemplo, Pippa Middleton, hermanísima de Kate -ahora Catalina-, en un toplessde infarto. Ideales tetitas tipo pellizquillo son las de Robin Wright, Cameron Diaz o Kristin Scott Thomas -lección de dulzura tetil en ‘El paciente inglés’-.

Y es que ese tipo de tetitas, bien lejos de estar demodé, pese a que la silicona se compre por arrobas, siguen de moda porque duran más, jamás se caen y sobre todo, se miren por donde se miren, o se toquen por donde toquen, son eternamente deliciosas.

Así que mujeres del mundo que pensáis que vuestro busto no está a la altura de las grandes siliconadas razones de Yola Berrocal, Belén Esteban, o reventonas tipo Kira Miró, Anabel Alonso, Pilar Rubio, Mónica Belucci, armadas naturalmente como Elle McPherson, Halle Berry o antes sí, pero ahora no, made by Kate Winslet o Juliette Binoche -mira que me gustan-, no sufráis más de la cuenta.

Este verano no dudéis es despojaros de la parte de arriba de vuestro bikini. Será la mejor representación terrenal de que lo que Dios hizo para que se lo comieran los gusanos, deben los humanos disfrutarlo antes. Descuidad si son parecidas razonables a los quesos del mismo nombre porque estarán para tomar pan y mojar.

Dice el sabio refranero español que tiran más dos tetas que dos carretas -tampoco es que con más de dos me vuelvan loco las mujeres-, pero si eres afortunada poseedora de lo que acabo de relatar, úsalas y que el susodicho se arrastre hasta decir basta por el insobornable segundo placentero de poder, tan sólo, acariciar uno de los mejores y preciados dones que la naturaleza ha sabido darte.

Y con un toque de sal marina, la locura obligará a volar sobre el nido del cuco. Esas son las tetitas que a mí me gustan y por ser hoy miércoles no podía dejar de contarlo.

Así, me quedo más tranquilo.