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201225 años son pocos ¿o muchos?
Diario IDEAL, 27 junio 2012
Este fin de semana he tenido la ocasión ‘histórica’ de reunirme con los antiguos/as compañeros/as -más ellas que ellos- de aquel COU de 1987 que nos separaba casi de forma definitiva. Y digo separarnos porque me reencontré con personas que hacía eso, 25 años, que no veía.
Aquella generación, la mía, las de estos compañeros, ha sido y es una generación de lo más responsable. Todos, creo, trabajamos. Casi todos hemos aportado nuestros granito de arena al relevo generacional y flipamos con todo lo que está cayendo. A nosotros nos enseñaron a hacer las cosas de otra manera. Fuimos más austeros y desde luego a los profesores los tratábamos de usted.
Curiosamente en el encuentro nada se habló- o casi- de la que está cayendo. Si no de cómo fueron aquellos años. Anécdotas, viajes, amores, complejos… Y es que 25 años dan para mucho. Hasta para que cambies lo suficiente y no te reconozca casi nadie o que llegues a tener un compañero alcalde.
Del 83 al 87 pasamos toda nuestra vida en el ‘IB Santa Catalina de Alejandría’, el ‘Femenino’ para más señas. Años donde la presencia femenina era tan gigantesca que este fin de semana lo que más hemos visto ha sido a compañeras para regocijo y alborozo de los pocos asistentes masculinos. Y todas guapísimas. Aquellos cuatro cursos supusieron el cambio de la niñez a la pubertad dejándonos en las puertas de la juventud. A algunos más que a otros. Fueron años de hombreras, cardados, granos, besitos, algún cigarrillo, Mecano, Loquillo y poco más.
Hicimos huelgas, manifestaciones y hasta osamos desafiar al régimen que, curioso, 25 años después, sigue siendo el mismo. Nosotros hemos cambiado mucho, pero hay cosas en Andalucía que no se pueden cambiar. Hay miles de jóvenes en Andalucía que jamás han salido a protestar. Nosotros, en aquel curso 86-87, lo hicimos. Además sin consignas políticas ni sindicales. Sólo creíamos que con aquellos recortes y planes de estudio que nos metió por el ojete el Secretario de Estado de Educación, un tal Rubalcaba, nos harían más incultos y manipulables. Lo que es la historia y la memoria.
Pero de aquellas manifestaciones y encierros en la clase ‘de las banderas’, se habló poco. Porque cuando pasan 25 años de lo que se habla de verdad es de los novios o novias que uno gastaba en aquellos espinillosos años. Y el resultado ha sido un continuo ataque de risa, tal vez, cargado de melancolía. Risas porque unos no se gustaban, otros eran invisibles, otros andaban acomplejados, otros atascados en el crecimiento y otros más pendientes de los mayores que de sus coetáneos.
Sin embargo percibí un sentimiento generalizado: todos recordamos aquellos años con una inmensa sonrisa. Y es que en 25 años curas y cierras muchas de esas heridas que crees jamás cicatrizarán porque cuando algo te pasa entre los 14 a los 18 años, crees que no se te olvidará jamás de los jamases. Y se te olvida. Y si se te olvida ya no duele, y si no duele es porque es pasado. Pasado imperfecto. Pasado de todo.
Aquellos maravillosos años que no volverán, ni regresarán como las golondrinas. Años que, como el agua, se nos han escapado entre los dedos mientras hemos crecido como personas y ahora nos preocupamos más por nuestros hijos o por el trabajo que en aquellos años cuya preocupación principal era aprobar y gustar a la vecina del pupitre de al lado. Años que, ahora como adultos, vemos por el espejo retrovisor como si de una película se tratara. Porque dentro de otros 25, la mitad, a lo mejor, ya ni lo cuenta.
No me habría importado detener el tiempo este fin de semana durante, al menos, otros 25 años. Durante unas horas he conseguido desprenderme de todo lo que me ata a este tiempo. Vaciar la mente y jugar con un regreso al pasado es una de la experiencias más emocionantes que hasta ahora he vivido.
Y me he sentido inmensamente feliz.
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