18
2012La esposa cadáver
Diario IDEAL, 18 de julio
Cada vez que paseo por el barrio de Chelsea tengo la sensación de que me voy a cruzar con cualquier ‘celebrity que nuestra prensa suele retratar de mil y una forma. La verdad es que no me veo en algunos de los modelos que lucen las ‘Chelsea girls’, esas insoportables niña pijas que cada jueves o viernes noche, te hacen trabajar más de la cuenta No hay nada más insufrible que explicar a papá que su hijita iba enseñando bragas en el pub de King’s Road porque se había visto de extra en el anunci de la cerveza que este año todas consumen. Ellas se pasan con la cerveza d moda y mis hombres no pueden decir ni media salvo dejarlas ante la cara malhumorada de papá en las puertas de sus exquisitas mansiones, tacón en mano, y a punto e ser tratada por coma etílico por nuestra Brigada de Choque contra el Alcoholism Juvenil (BAAY).
Hoy, sin embargo, regreso a Chelsea como inspectora jefe. Me llamo Sharon Marman y me ha tocado ser la responsable de la investigación de un caso de estos qu tendrán seguro, mucho recorrido mediático. Me veo dando ruedas de prensa durante la próximas semanas ante esos chupasangres de la prensa amarilla qu preguntarán repreguntarán los detalles más escabrosos de este asunto que huele a lo q huele. Por supuesto habré de hablar con el alcalde, Scotland Yard y si m aprietan y dependiendo de hilo final, los ‘servicios secretos’ al servicio de Su Majestad.
La finada se trata de la esposa multimillonaria. El sospechoso es el multimillonario esposo que no se halla donde debiera. Ha sido localizado, según me dicen por l radio, en una clínica de desintoxicación. Pero apenas si lleva 24 horas según registro de la clínica. La finada, según la investigadora May Willis, lle muerta, al menos, seis o siete días. Eso lo verificará en la oficina e Putney, donde además está el Servicio Central de Criminología (CCS) de So London, servicio al que todos los citados estamos adscritos.
La finada huele. No hace falta ser un experto para saber que el fiambre lleva en ese estado varios días. El hedor se percibe desde la entrada a la mansión, e puerta negra y blancas columnas níveas, al más puro estilo victoriano, algo ‘mar a del barrio’. Su dormitorio está ordenado. El aparador que está junto a la enor ventana que da al patio de atrás, ha resultado ser un impresionante almacén de estupefacientes. ‘A simple vista’, me dice Allan Marsh, nuestro experto forense toxicológico, ‘veo cocaína, heroína, crack, numerosas píld ras tranquilizantes, protectores gástricos, varias pipas, gomas, jeringuillas y un arsenal d pastillas que, seguro, son éxtasis, LSD o de la familia. El análisis de to o nos confirmará de qué material hablamos’.
En su tocador, la finada, disponía de una amplísima batería de cremas de belleza, cepillos, cajas de plata, algunas adornadas con cristales de Swarosky. En el centro una enorme bandeja de plata con dos vasitos de cristal de Murano. Quedaba dibujado en el centro de la bandeja un círculo perfecto. Era la botell de ginebra que estaba rota en el suelo. ¡Menuda mezcla! Esa marca son más de libras la unidad.
‘¡Jefa! Me llama Esther Algadir. ‘Nos confirman que Hans -marido de la finada- lleva desde ayer en la clínica de Earl´s Court Road’. Todo apunta a un evidente exces . Pero repasando visualmente la habitación, y haciendo un 360 grados me asiste l duda, o más bien las pruebas me lo confirmarán, que el rico esposo ha convivi o con la esposa cadáver toda esta semana. Y al pensarlo, tropieza con un marcapasos La finada, encharcada en sangre, se lo había arrancado.
PA: esta semana pasada hemos asistido al misterioso fallecimiento-asesinato en Londres de Eva Kememy Rausing, esposa del multimillonarioa Hans Kristian Rausing, heredero del imperio Tetrapack. Padres de cuatro hijos, la pareja se conoció en una clínica desintoxicación. Amigos de Carlos y Camila, eran habituales de los saraos d la alta sociedad londinense. Sus excesos eran conocidos. Según la Policía, E cuando fue encontrada llevaba al menos una semana muerta. Todo hace pensar que Hans convivió con su esposa muerta durante varios días antes de ingresar p r sus propios medios en una clínica de desintoxicación de Londres. El, todo apun a a ello, se perfila como el principal sospechoso de la muerte de su esposa.
Seguimos con la idea de que la realidad supera con creces cualquier atisbo literario de crear una historia de amor, drogas, dinero y un final fatal.
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