#GTP13, crónica de una conquista

Aún estoy en esa fase lisérgica en la que no tienes las ideas muy claras después de haber superado una prueba en la que has invertido casi 28 horas. Ya no sabes si lo que has vivido ha sido real o un sueño. Demasiados meses esperando y entrenando para poder superar con dignidad este reto. No soy corredor de montaña. Siempre he sido amante del asfalto. La carretera tiene algo que me seduce. tal vez mis largos años de entrenamiento en bici, siempre en solitario, me hicieron amante del gris. Luego por mi trabajo también he pasado y paso muchas horas a solas en el coche por lo que la carretera es un medio natural y que conozco a la perfección. Sin embargo, hace ya más de tres años, se cruzó en mi vida Pedro (@zampus) que con la sabiduría de un monje de las alturas me fue domando para que aprendiera no sólo a amar la montaña sino algo que para mi era imposible: disfrutarla. La corredora jiennense Noe Camacho ya había plantado la semilla.
1-DSC_8501-001Con Pedro antes de la salida
Además, tras estos años de trabajo con Pedro, se dio la circunstancia de conocer a un grupo excelente de personas y corredores en Torrelodones. Por fin dejaría de entrenar casi siempre solo. Y sobre todo empecé a conocer los alrededores de Torrelodones con lo que he ido abandonando el asfalto para meterme de lleno en el trail. Por eso desde noviembre´12 nos fijamos el reto de realizar la GTP13, una carrera mítica pese a sus escasas 4 ediciones, que recorre 110 kilómetros por la sierra madrileña y mete más de 5.000 metros de desnivel.
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Todo el equipo LLévamepronto
Todo en 2013 ha sido mirar siempre a la GTP. Salvo la urbana de Torrelodones, el resto de pruebas han sido de Montaña: desde Cercedilla, la Serrucho o el maratón Lurbel, han sido para preparar esta carrera y sobre todo, en mi caso, para mejorar en un terreno que sigo pensando no es el mío.
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Salida 
Organizado ya desde enero bajo la bandera de nuestros club Llévamepronto, estos meses se han hecho larguísimos: madrugones, frío, lluvia, nieve y hasta granizo. Fines de semana destrozado en el sofá por salidas cada vez más largas. Sin embargo, cuando he vuelto a alguna ruta conocida veía que mi rendimiento era cada día mejor. Este invierno parecía que jamás acabaría. Eso, en el fondo, ha ayudado a entrenar más y mejor. El calor fatiga demasiado, aunque a mi me vaya mejor que a otros corredores. También este invierno he aprovechado para practicar esquí y conocer mejor la sierra madrileña de la mano de Pedro y Raúl (@kaikuland) con los que he compartido alguna aventurilla de esquí de fondo, pedroleo o una nueva Cuerda Larga. Y los entrenos entre semana con Javi (@alameitor) han sido extraordinarios porque he hallado en él algo más que un compañero de fatigas.
En La Morcuera by @Kaikuland
Pero todo llega. Animados por el triunfo de Carlos Llano en el GobiMarch (ser finisher es ser un héroe) estábamos seguro que todo el grupo lo conseguiría. Estábamos convencidos de nuestra fuerzas: Oscar, Miguel Angel, Lesmes, Carlos, Pedro, Antonio, Raúl, Abel, Javi y un servidor, nos disponíamos a comernos uno de los trazados más exigentes del panorama nacional de ultratrail.
Avituallamiento del Reventón
La salida estaba prevista a las 23 horas de este pasado viernes. Nervios y ganas de que empezara la carrera. Le temía a la noche. No he entrenado ni una sola vez con frontal y por mi miopía, a esas horas mi agudeza visual se reduce a extremos insospechados. tarde en Navacerrada sintiendo el ambiente y haciendo algunas fotos. Tras la charla y el control,  estábamos dispuestos a salir. Rosa, Fernando y Alex estaban en la salida. La emoción me embargaba. Rodeado de todos los compañeros sentía la enorme fuerza que había acumulado estos meses. La estrategia era salir tranquilos: 110 kilómetros son muchos kilómetros. Había hablado mucho con nuestro gurú ultra, Carlos Llano (@carlosllanofdez) sobre cómo comportarse en la carrera y llevaba muchas de su palabras grababas a martillo en mi cabeza).
Neveros del Reventón
La subida a La Maliciosa fue muy divertida. Todos los corredores en fila de a uno dibujaban una serpiente roja y blanca que reptaba por toda la subida que dejaba imágenes impresionantes. Risas, comentarios, resbalones. Ibamos nuevos. Raúl tiraba. Se le veía fuerte y con ganas. Mientras coronábamos el puerto, a la derecha, se nos presentaba una de las estampas más impresionantes que jamás había visto. Toda la llanura que hay desde Madrid hasta El Escorial. Millones de luces naranjas en un silencio sepulcral, solo roto por el arrastrar de bastones, zapatillas o comentarios de corredores, era impresionante. Y mi miedo al frontal había desaparecido. Veía perfectamente.
Subiendo desde Rascafría
Primer susto. Al comenzar la bajada de La Maliciosa noté un enorme pinchazo en mi menisco izquierdo. Por unos segundos pen´se en abandonar. Con ese dolor no puedo seguir. Lo conozco y cuando aparece, tengo que parar en seco. El dolor es tan intenso que no puedo doblar la rodilla.  Fui engañándola cambiando el paso y la pisada. Eso me costó una caída y hacerme un corte en la muñeca y un enorme raspón al final de mi espalda, heridas que me escocieron durante toda la carrera. El final de La Maliciosa llegaba y el dolor desapareció. Corriendo entre pinares llegamos al 1er avituallamiento. Era Canto Cochino y nos esperaba la subida la Dehesilla y bajada  a la Hoya de San Blas. Este recorrido lo conocía perfectamente así que tras cargar energía con cocacola, isotónicas, naranja y plátano, seguimos. Ibamos todos juntos aunque separados. La subida a la Dehesilla se hizo pesadísima. La subida es fea, repleta de arboles, ramas que lo hacen complicado, pero llegamos rápido y bien. Raúl seguía tirando del grupo. La baja hasta la Oya, más de lo mismo. Ramas, árboles, arbustos que te segaban los muslos, gemelos y que dificultaban muchísimo la bajada. Incómoda y fea. Pero llegó la Hoya y allí llegábamos al segundo avituallamiento.   6 horas y 33 minutos de carrera. Ya había superado todos mis tiempos. Desde aquí ya sería nuevo todo para mi. La Morcuera nos esperaba.
Estibaciones de Peñalara, al fondo de peineta
La subida La Morcuera sin embargo se tornó maravillosa. Subida agradable, entre pinares, suelo blandito, olores increíbles y con el amanecer de compañero. Javier se había quedado algo rezagado pero el resto del grupo íbamos juntos. Fuimos llegando uno a uno al avituallamiento de La Morcuera. 8 horas 53 minutos. Sin novedad. Yo iba muy bien. Cargué energía con más coa, naranja, plátano, jamón, almendras y mucha agua. Desde aquí hasta Racasfría era toda bajada, por caminos muy corribles hasta la llegada al poli de Rascafría en el km 52. También iba que llegué el primero del grupo a polideportivo. Iba pletórico y lleno de energía. Clavé las 11 horas. Eran las 10 de la mañana. A los pocos minutos llegaba Miguel Angel, y el resto del equipo. Cambio de calcetines, caldo, prevenir algunas ampollas y la noticia de que Javi y Oscar venían muy rezagados. Oscar había sufrido una caída y Javi venía sufriendo por las ampollas. Salimos del poli, Miguel Angel, Lesmes y yo como avanzadilla camino del Puerto del Reventón.
Lesmes y Carlos en Peñalara
Recuerdo este tramo caluroso pero divertido. Puse en marcha mi mp3 con altavoz y fuimos a un ritmo endiablado subiendo por senderos y caminos. Iba muy fuerte. Me sentía fuerte. Caminábamos hacia el techo en el km 70 y iba sin rastro de cansancio. Nos dio tiempo a cantar, reír y tomar algunas fotos. En el Reventón, más avituallamiento, risas y todo bajo control. Desde allí apenas unos 6 kilómetros hasta Peñalara que era el gran objetivo. Parecía que todo pintaba genial, pero el infierno estaba apunto de llegar.
En Peñalara
Desde el Reventón, seguí tirando y sólo me aguantaba el ritmo Miguel Angel. llegado a una altiplanicie que precede a Peñalara aparecieron los primeros neveros y se incorporaron al grupo Lesmes y Carlos, llegando los cuatro la estibaciones de Peñalara comentaron lo larguísimos que nos parecían aquello kilómetros y que nos parecía imposible subir a lo que parecía el pico más alto de la sierra. No conocíamos ninguno Peñalara. Pero había que subir.
Llegando a la Granja
Superada la Laguna de los Pájaros