Amanece

 

La prisión queda lejos de la vista del guerrero. Ahora divisa como el sol decide salirse de las entrañas de la tierra para dejar ver el resplandor de la armadura, recién pulida, con el sudor de una noche en vela. Agita su banderola y avisa al resto de la atalaya de que el cambio de guardia debe producirse.

Allí asoma el penacho de un casco invisible. Es ella. La ilusión.

El guerrero la saluda con reverencia.

Suena el mar.

Amanece