Burla

Cuaderno de bitácora: día 14

He permanecido más de doce unidades de tiempo inmovilizado en mi cápsula personal. Sólo he podido ver las palmas de mis manos. Temblorosas, las he paseado por las redondeces de mi cráneo, una y otra vez. Recibo pequeñas descargas en mi intercomunicador compulsivo. MOL manda señales de seguimiento y a su vez, transmite precisos mensajes de la obligatoriedad de relacionarme con el resto de la tripulación. Estoy aquí, sentado frente en mi teclado  sin haber movido un sólo músculo de la cara. Aún me duele. Me duele la base que soporta mi cabeza. Sin embargo, ese dolor se diluye ante el otro.

Esta mañana fui intervenido de urgencia. Los restos de mi sangre negra caminaban lentamante hacia la puerta que franquea el distribuidor común de las otras cápsulas personales. MOL detectó un calor extraño sobre los sensores del cierre de la puerta. Las alarmas saltaron. De inmediato, tres de mis compañeros aparecieron completamente esterilizados, envueltos en trajes de profilaxis acetónica, para cortar la hemorragia de la manera más rápida. Me han aplicado, incluso, helio nitrogenizado para cauterizar la herida.

Pese a su intervención, he conseguido mi objetivo. Ahora puedo burlar a MOL y mi intercomunicador compulsivo.

Me he comido mi lengua. Luego la he vomitado gorgojeando con mi sangre y jugando con los espasmos electrocutantes que mi cuerpo, de forma involuntaria, ha realizado.