Cuadros

Ciertamente esto de vivir en cubículos obliga al que lo sufre a pensar en líneas rectas. Además, si a esto le añadimos que mi vida está llena de cabezas cuadradas, peor aún.

Llego a mi cuarto y todo está llego de cuadros. El frigorífico es de esa forma; por no hablar del espejo, la puerta de servicio y la tele de cata-plasma. La única cómoda isabelina que hay también goza de lados rectos que miden todos igual. La alfombra que piso, las teclas de mi pc, mis gafas de lejos y la bandeja donde la cuadrada de mi robot(a) me sirve la lata de cerceza, que por cierto, es cuadrada.

Sin embargo, hoy fue diferente. Hallé cuadros sugerentes, atractivos y hasta ereccionantes. Ella llevaba un bikini que simulaba un tablero de ajedrez. Y claro, a mí, jugador empedernido, le dije: Mira este peón… ¿jugamos?

¡Jaque mete! contestó.

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