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2012De los cobardes nunca se escribió nada
Diario iDEAL 4 enero 2012
No sé donde leí esta afirmación. Pero de nuevo, hoy, otra vez, y pese a intentar vivir lo más islado posible de la realidad informativa española, me topo con número y más números. Números de parados. Ellos y ellas que se han quedado en la puta calle gracias a esta crisis generada por la ignorancia elevada a la enésima potencia generada al calor de una pancarta. Nadie hablará de nosotros cuando hayamos muerto. Desde luego. Como lo es que nadie se acordará de nosotros, ahora que estamos en paro. Parados, paradas, largas colas como las de un león, buscando reecontrase con el castigo divino. Ahora ya no te ganas el pan con el sudor de tu frente. Ahora buscas amparo al calor de una cola que nos iguala a todos por lo más bajo. Buen balance éste del pancarterismo profesional.
Sin embargo, tras leer las cifras, viene a mi memoria esta otra cita: de los cobardes nunca se escribió nada. Tenemos una Historia repleta de acciones heroicas que siempre nos colocaron a la vanguardia de la humanidad. Hoy, por suerte, ya no nos ganamos el destino a cañonazos ni dejamos que nuestra suerte dependa de la guerra entre dioses y titanes. Hoy, ya se ha demostrado, la sociedad civil sólo depende de ella misma. En 1975 decidimos que no queríamos más bigotillos paticortos que calzaran botas. Decidimos, a partir de 1978, que como se dijera en 1812, el poder residiera en el pueblo y sólo en el pueblo. Creo que por eso prodríamos prescindir de la clase política actual repleta de paticortos embotinados.
Hoy, en este 2012, nos enfrentamos a un nuevo reto en el que el pueblo español debería dejar su impronta como lo han hecho otros pueblos europeos a lo largo del siglo XX y que pese a ser arrasados, hoy son la cabeza de este viejo continente. Anoche veía ‘La vida de los otros’ un canto a la libertad frente al totalitarismo socialista que dejó anclada, aislada, sin alma a la RDA. Fueron sus gentes, sus ciudadanos los que decidieron cambiar su destino para siempre. Los cobardes estaban en el sistema-régimen socialista. Los valientes tomaron el rumbo que hoy los tienen, unidos a sus hermanos, viviendo en libertad y prosperidad. Algo similar podríamos decir de los polacos.
Hoy, otra vez, de nuevo, hay que mirar a esos referentes para refrendar que nosotros, sólo nosotros, seremos los únicos capaces de salir de esta desgraciada situación social-endogámica. La sociedad civil, una vez más, unida, trabajadora, emprendedora, sin ataduras, debe ser la que escriba los renglones derechos de una recuperación que todos nos merecemos. El estado del bienestar sólo se conserva con trabajo, sacrificio y mucha honradez. Algo incompatible con los regímenes de los que hablaba antes. Es de cobardes seguir pensando que será el nuevo gobierno el que nos saque de este agujero cuando sabemos a qué se dedican los políticos y las políticas: a mirarse en los periódicos.
No hay que ser el hijo de un dios menor para darse cuenta de que han sido nuestras manos las que nos han traido hasta aquí; y deberán ser esas manos las que, reflejadas en éxitos, por ejemplo los de nuestros deportistas, los que nos levanten hasta llegar a la posición que todo el trabajo de nuestros abuelos y nuestros padres se merece. El éxito de nuestro deporte no es fruto del ‘pelotazo’, ni del ‘enchufismo’, ni del ‘partido’. Es fruto de muchas horas de entrenamiento, de sufrimiento, de privaciones, de renuncias. En el éxito del deporte, nada es casualidad. Todo es trabajo, trabajo y más trabajo. Por eso tenemos unos deportistas tan valientes y unos sindicalistas tan cobardes, tanto que de ellos no debiera escribirse ya nunca nada más.
Seamos ciudadanos de primera y lancémonos a la conquista de nuestro nuevo orden social. Nuestros hijos y nietos un día, sí que hablarán de nosotros aunque ya estemos muertos. Los valientes que decidieron que sólo ellos y nada más que ellos -y sus manos- acabarían con la plúmbea condena del olvido.
Foto: Wish you wher here de Pink Floyd
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