25
2006Dónde vas, tan sola y tan tarde
Ya ha llegado la hora de mirar como las aceras se llenan de gotas de agua, las que deja el abrigo que esta mañana te pusiste al abandonar lo que mal llamas, hogar.
Tu pelo, entre rubio, castaño y mojado, permanece aún sin secar.
Vas caminando. El rumbo ha dejado de ser fijo. ¿Para qué preguntarse hacia dónde navega uno, si las calles dejaron de existir en esa hora en la que él te enseñó la palma de la mano?
Sin embargo, me gusta ver los restos de lluvia en tu cara.
La cintura sobre la que rodeas, una y otra vez, la manzana, me deja entrever pasos de baile vestida de blanco. El pañuelo que llevas anudado a tu cuello, rezuma, paso a paso, sangre y tapa vergüenzas.
Y no dejas de caminar…y no dejas a tu silencio, único compañero que sabes que no te abandonará.
Ahora, te recuerdo, te veo y me pregunto: ¿dónde vas, tan sola y tan tarde?
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