El anzuelo

Se retuerce el metal para dejar engañar a los que pasean bajo los cielos plomizos, preñados de voces sordas, aullidos melancólicos, sacrificios vanos, hogueras vanidosas y plásticos contaminantes.

El blanco se usa como estafa para llenar burdeles y clubes de fútbol; defraudadores se crían por doquier para presumir de insectos metálicos falsificados, y ellas, las más putas de todas las señoras, se recauchutan con créditos concedidos por "pirelli".

El azul viagroso tinta el horizonte y caen, día a día, las canas tintando las sienes del os que no les queda más opcion que respirar aire prestado y vivir al amparo del palio sujeto con los tanga de la vecina.

Así, llega el negro; un negro que pone la boina: tapia los ojos, clausura la boca y blinda los oidos.

Los "nasciturus" se quedan por el camino; alojados en cubos de basura o trasplantados en colágeno.

La cinta del gimnasio sigue corriendo… como la sangre, como la vida, como la comida dentro del estómago de la putrefacta sociedad que mantiene viva las velas que insuflan calor a los que maman la lecha agria y cortada de sus madres que ya… están olvidadas.