El árbol y el bosque

 

 

Diario IDEAL, 8 de octubre de 2014

 

Siempre se ha dicho ten cuidado que el árbol no te impida ver el bosque. Y creo que estamos en una época donde todo se focalizad demasiado en el árbol y casi nadie hace caso ya al bosque. Me refiero con esta introducción al uso que estamos dando a Internet. Me incluyo. En 1995 cuando empecé a usar mi correo electrónico lo poco que veíamos en Internet era un incipiente negocio de ocio para adultos. Aquellas fotos eran interminablemente incargables. Luego llegó la burbuja de las ‘puntocom’ y la gran crisis que nos llevó a los primeros pinitos, ya en serio, a partir del año 2.002. En aquella época los usuarios ‘pro’ de la red era o frikis –palabra ya en la RAE- o montadores de negocios extraños o más ocio para adultos en todas sus variantes. Incluso, ¡oh atrevidos!, había que pagar para entrar en una red contactos.

Mi perfil en Facebook me dice que me di de alta en esta red en 2004. Ya ha llovido porque es a partir del año 2005 en delante cuando empieza la verdadera explosión de Internet en España. Llegan las líneas de ADSL a los hogares, las ventas de los portátiles superan a los ordenadores de mesa y la gran re-evolución se produce con la irrupción masiva de los smartphones que, definitivamente, ha cambiado nuestros usos y costumbre sociales. Sin embargo, a todo esto yo le veo un ‘pero’.

Hace un par de años navegábamos sin sin. Practicar, por ejemplo, el egosurfing era imprescindible para ver qué decían de ti en Internet (personas y empresas). Visitabas páginas y páginas saltando de híperenlace a híperenlace, creándote tus favoritos para no acabar pasando las horas muertas dando la vuelta al mundo sin rumbo cierto. Pero, como decía antes, esto ha cambiado. La Red, la gran Internet ha dejado de ser el objetivo principal de los devoradores 2.0. Los nativos digitales no tiran de Google como herramienta. Ellos prefieren YouTube. Los cucharones ‘cotilleros’ se acercan a Facebook es busca de carnaza. Los ‘insultadores’ profesionales se colocan en sus ventanas de Twitter para disparar a todo bicho viviente y los egocéntricos redomados han hallado en sus ‘selfies’ de Instagram el clímax de su onanismo. Mientras, Whatsapp nos bombardea en tertulias interminables con lo sencillo que es llamar y punto. Y así suma y sigue. Arboles y no bosques.

¿Acaso hemos tocado techo y ya no nos interesa ese navegar incierto? Me gusta analizar el comportamiento de mis hijos para ver por dónde van los tiros del futuro. Y lo cierto es que el teléfono móvil es ya un arma de información masiva. Y el futuro viene por aquí porque cuando en Gran Bretaña -líder mundial en ecommerce– ya nos dicen que en 2013 las e-compras por móvil superaron a las e-compras por pc, es que es el camino a recorrer.

Pero mientras eso llega pasamos ahora las horas, mirando árboles, o sea, diferentes herramientas de comunicación, sin que el bosque se aprecie con nitidez. Esa es la sensación que tengo y peco de ello también cuando ante la paupérrima oferta informativa que tenemos en España en las televisiones o el ‘prime time’ catódico es infumable, gasto mis neuronas en visitar estos árboles y sólo cuando llego a un punto de relajación interesante, o sea, las once de la noche, comienzo a vagabundear por la irrefrenable sensación de que me mezan las olas en la gran Red, saltando de artículo en artículo, leyendo pero de otra forma que no es en papel.

Por eso ante o después caeré en la tentación de tener esa tableta que, con una pantalla más razonable que la de mi móvil, te da las mismas opciones que el móvil, pero en tamaño más agradable para los ojos de un miope de alta graduación. Y todo ello sin dejar de lado mis revistas de cabecera.

En fin que todo cambia a un ritmo frenético. Para mí, incluso, demasiado. Hay días que acabo ‘infoxicado’ y lo único que me apetece en comerme un puñado de frutos secos disfrutando de alguna peli fumable de La2 o Paramount Channel. Pero lo que sí es cierto es que los jóvenes de la ‘generación Y’ cada vez consumen menos tele. Y yo voy por el mismo camino porque KissTV se ha abierto un hueco en casa tan grande que ahora es la que más vemos y oímos. Ha sido un excelente elección porque eso me permite compartir gustos musicales con Alex y nos divertimos mucho. Luego él vuelve a sus vídeos. Devora imágenes. Vamos hacia una generación de memoria visual.