El comienzo

Apenas luce una brizna de sol.

Es esa hora en la que la noche se despide y el día, es bien hallado. La hora de las tostadas, el olor a café, los números rojos en los despertadores. Los insectos mecánicos comienzan a contaminar. Las fábricas ya eyaculan humo de forma permanente. El metro vuela desde las 6 de la mañana. Las escaleras mecánicas se desperezan. Los barrenderos se repliegan a su cuarteles de invierno.

Es esa hora en la que todo comienza, casi, al mismo tiempo. Es ésa, la hora en la que, por segundos, no importa nada. Tu piel es más suave a esa hora.

Amanece en la gran ciudad.

Una ventana, al fondo, parece ligeramente abierta. La brisa juguetea con la cortina como un niño levantándole la falda a la novia. Y todo está, a esa hora, casi en silencio.

Y por un momento, antes de que sea capaz de dejar congelada esa hora un poco más, es cuando te miro.

El comienzo

Apenas luce una brizna de sol.

Es esa hora en la que la noche se despide y el día, es bien hallado. La hora de las tostadas, el olor a café, los números rojos en los despertadores. Los insectos mecánicos comienzan a contaminar. Las fábricas ya eyaculan humo de forma permanente. El metro vuela desde las 6 de la mañana. Las escaleras mecánicas se desperezan. Los barrenderos se repliegan a su cuarteles de invierno.

Es esa hora en la que todo comienza, casi, al mismo tiempo. Es ésa, la hora en la que, por segundos, no importa nada. Tu piel es más suave a esa hora.

Amanece  en la gran ciudad.

Una ventana, al fondo, parece ligeramente abierta. La brisa juguetea con la cortina como un niño levantándole la falda a la novia. Y todo está, a esa hora, casi en silencio.

Y por un momento, antes de que sea capaz de dejar congelada esa hora un poco más, es cuando te miro.