El eufemismo de la corrección

Diario IDEAL, 17 marzo 2010

No me resisto a comentar algo sobre unas informaciones que he deglutido este pasado fin de semana en un ‘dominical’ al calor de lo que es o no ‘políticamente incorrecto’. Y es que en este país repleto de melifluos intelectualoides, se impone el eufemismo de la corrección, frente a la verdades del barquero o ésas que sólo los niños y los borrachos dicen. Vladimir Volkoff afirma ‘que lo políticamente correcto nos prepara para la desinformación’ y es muy cierto. Yo aún no sé quién organizó el 11-M, por ejemplo. Y he leído amplísimos pasajes de la sentencia de la Audiencia Nacional. Por otra parte, mi tocayo Dragó afirma que, en realidad, la corrección política ha existido siempre. ‘El poder he querido imponer su discurso de valores y siempre ha habido una serie de gente biempensante que ha comulgado con ellos’. Es lo que tiene ser oveja entre un rebaño de futboleros. Cuantos más partidos de fútbol, menos análisis de la realidad, por ejemplo.

Pero lo más alarmante de esta moda detestable, según Javier Esparza, es que lo ‘correcto’ entiéndase como antónimo de ‘incorrecto’, remite a ‘una evidente reducción de la libertad de pensamiento en nuestras sociedades’. Es acojonante. Es cierto, pero demoledor. Perdemos, día a día, un poquito de nuestra libertad para expresar lo que sentimos u opinamos sobre éste o aquel asunto, le guste o no a la mayoría que se abonan a lo que ‘debe ser’ según ‘los valores impuestos desde el poder’. Por eso, si Rosa Díez va Cataluña, que siempre ha sido España, sufre agresiones de todo tipo. Curiosamente, defender nuestra Nación sin complejos, por ejemplo, es algo demodé. Ahora se habla, más que nunca, de Estado español, término impuesto por el franquismo sociológico. Pero evitaré entrar en las zarandajas políticas porque aquí no existen análisis objetivos, cargados de visión histórica y conocimiento de causa. Nos ‘pone’ quedarnos en lo superficial, sin rascar más allá de la epidermis informativa intoxicadora que nos invade. Por eso me gustaba Risto Mejide o disfruto con las paridas tautológicas en forma de ‘tiros a la barriga’ de José Manuel de Prada.

Hay que volverse incorrecto, políticamente incorrecto, sin miedo a nada. Si se hizo en en el 68 ¿por qué no ahora? Curiosamente los más incorrectos vuelcan de los cuarenta añazos. Y si Willy Toledo apoya al Régimen de Castro, por qué no se puede establecer un cordón sanitario frente a la ola ‘garzonil’ que nos moja las pestañas. Por eso no me importa manifestar mi desagrado con la sobredosis atontadora del ‘deporte rey’. Ni me importa manifestarme a favor de la revuelta social en contra de la subida del IVA. Ni me importa admitir que seguí con interés, este viernes, la mesa redonda en CNN+, de Maria Antonia Iglesias, madre espectáculo en ‘La Noria’, el ministro del Sindicato, Cándido Méndez y Felipe González, curiosamente, el más sensato. Ni me importa decir a los cuatro vientos, que Jaén se merece algo mejor, en calidad, prestancia, presencia y elegancia de lo que tiene en muchas de sus estructuras de poder y de decisión política, social y económica. Al hilo de esto y de mis quejas interneteras contra el servicio de banca electrónica de ‘la entidad financiera de Jaén’, indicar que fueron efectuadas en un alarde evidente de libertad, usando los altavoces que las Redes sociales permiten y que el escaparate bloguero ofrece. En algo yerré. No haré las maletas para desaparecer de esta ciudad. No. Me equivoqué. Lo ocurrido el otro día, que eleva la calidad de atención al cliente a niveles increíbles de cutrez, dejadez y falta de responsabilidad, me anima a seguir siendo, por ejemplo, ‘políticamente incorrecto’. Tengo 41 años y muchas ganas de disfrutar de mi libertad de pensamiento, palabra y acción.