El Lord inglés

El cuello que sustenta semejante testa tiene proporciones ciclópeas. Pide otra cerveza bajo el sol abrasador. Se cobija bajo una sombrilla roja esperando que la canícula sea justa y abandone las horas en las que estamos. Da cabezadas como si estuviera en un entierro. Otra vez. La cabeza despoblaba y coronada con un hilo de pelo ralo y blanquecino, tontea a diestra y siniestra. Otra veces lo hace al frente y las menos, se golpea con su barbilla en el orondo y desbordado pecho.

Sin  embargo, el Lord inglés no pierde detalle; como un viejo zorro. Dos lolitas se contonean con un bikini escaso de tela ante sus ojos. Un fino y largo hilillo de saliba le cuelga de sus comisuras. Sus cristales se empañan y él desgrana, segundo a segundo, como haría disfrutar a esa niñita, la de los casquetes en forma de triángulo venúsico. El piensa en inglés a qué sabrá su incipiente vello púbico.

Y la perra, una perra inglesa, ladra para marcar su territorio. A continuación llega su esposa… My Lady. Despierta de su sueño. Al levantarse para pedir otra cerveza, el Lord inglés lleva una gran mancha en su bañador. Tal vez haya sido la mejor corrida del verano.

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