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2012El oficio más tonto jamás inventado
Diario IDEAL, 9 mayo 2012
Querido lector de ésta siempre tu columna. Permíteme que hoy regresa, otra vez, a uno de los oficios más cipotes de los que el hombre, ya sea en su versión masculina o femenina haya jamás inventado. Creo que cuando expulsaron a Adán no por morder la manzana sino por meterle mano a Eva, así, sin anestesia, lo que Dios fue condenarlo a traer a este mundo, al igual que a Eva, a vástagos y vástagas -‘cutreprogre’ eufemismo-. O sea que lo que Dios le dijo al tarambana de Adán no es que currara, sino que aguantara a sus hijos/hijas, gracias a la diletante tendencia de éste por fijarse en el arco que dibujaba la distancia que separaba las rodillas de Eva.
Llegado pues el castigo divino, Adán y Eva empezaron a dejar de darle al movimiento pélvico y tuvieron que tirarse al maíz porque debían darle sustento a los tocapelotas descendientes de una noche de desmelenado sofocón. Y ahí empezó la verdadera carrera del famoso castigo divino.
Milenios después, los padres, seguimos llevando con resignación bíblica esta condena que nos supone el tener que trabajar para llenarle la panza a los que vinieron después de aquella descarga eléctrica. Entiéndaseme querido lector que no estoy en fase de Herodes que desea cortarle el pescuezo al personal, no. Hoy me sale la vena de papá que está hasta el escroto de aguantar la falta de cerebro de unos niños que, por tener, tienen hasta la madre que los parió al borde de un ataque de nervios.
Porque, dime tú que sabes tanto querido lector, a que cuando te dicen que tu nene es ideal de la muerte porque toca el arpa, tiene un físico imponente para el rugby o dibuja como Leonardo, te vienes arriba y crees que el Teatro Real, los All Blacks o la restaurada Capilla Sixtina aparecen por la puerta de tu casa, se te caen las babas con el susodicho y corres para atender las necesidades que ‘ipso facto’ genera ese chute de ‘egopapismo’ recorriendo tierra, mar y aire para que al futuro tocado divino no le falte ni agüita para aclarar las cuerdas vocales que un día, Dios le dió.
Pero ¡ah amigo! Están esperándote en la salida de toriles para, a renglón seguido, todo tu esfuerzo se vaya a la mierda porque al nene o la nena, el/la elegido/a para la gloria, no le sale del esfínter anal aprobar las puñeteras Matemáticas o la Lengua, o ambas, ya sea por falta de interés, por falta de destreza, por el maestro, por falta de meterle un zurriagazo entre las costillas o porque definitivamente eres el padre más gilipollas que jamás vio la luz en la historia de la humanidad.
Y digo yo, o sea, que vengo a preguntarme, si tan divinos son nuestros hijos para todo y no son capaces de saber qué tanto por cierto de cerebro le es útil, qué será de ellos mañana cuando tanto puto número les rodee en su cama y no sepan si el logaritmo neperiano del infinito era en realidad las tetas de la vampira de la peli.
¡Coño! Que no me cuadra nada. Que no sé de nada. Que esto de ser padre es de un ‘cipotuno’ que ni con una raíz cuadrada del polvo que los parió viene a arreglar este desmadeje de profesión. Y mira que yo hablo, dialogo, consensuo, ilustro, apoyo, motivo, acompaño… y todo los verbos de la psicología de la ‘pubertidad’ que quieras aplicar.
Pero desde luego, insisto, en que ser padre es el oficio más tonto jamás inventado. Quede aquí constancia de que esto bien podría ser un monólogo interior o mis disquisiciones en el diván de mi psicoanalista, pero es que a veces, son tantas las dudas las que te asisten que hagas lo que hagas, jamás acertarás. Es algo así como la Ley de Murphy ‘papuna’.
Como quiera que a esta hora que lees esta columna estaré en Alemania vendiendo aceite, te dejo para la semana próxima una de aventuras por esas tierras teutonas, que no tetonas, por donde correrán las sensaciones de haber salido, otra vez, de este terruño aceitunero que cabalga a lomos de ‘paro con gusto no duele’. Cuando me pregunten… Where do you come from? I´ll reply… ‘de onde va sé… de la república socialista soviética andaluza… amos hombre… palabrita del Ché’
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