El poder de 10 millones de millas

10 millones de millas, viene  aser algo así como 16 millones de kilómetros, frente a los que 1 millón -quizá los míos- pueden ser pocos, pero al fin y al cabo, mutatis mutandi, son medidas que ofrecen las distancias recorridas y las experiencias acumuladas. Up in the air trata sobre eso. Decisiones que uno va tomando a lo largo de la vida y que te llevan de un lugar a otro, conociendo  todo tipo de situaciones pero que, antes o después, te ponen ante la tesitura de la soledad. No hay dicotomía entre un ‘yo acompañado’ o un ‘yo familiar’. La decisión está planteada de forma más inteligente: o vives bajo las normas que la sociedad te impone -metáfora acertada de la mochila-, o te quedas solo porque así lo decides. Y es lo que hace un Clooney que convence en el papel de homo solitario que desea reunir sus 10 millones de millas volando en American Airlines.

Sin embargo todo es muy medido en su vida: protocolos, rituales y liturgias a la hora de hacer maletas -¡fantástico!-, rostro hiératico al despedir a empleados -su trabajo- por todos los Estados americanos. Hasta que decide romper sus reglas por una mujer, una muy conseguida, sensual y ‘querible’ Vera Farmiga, clon femenino de Clooney, pero con fondo de armario. O sea, con ‘otra’ vida.

Me gustó Up in the air por presentarme un universo que conozco, en primera, en segunda y en tercer persona. Las millas, como los kilómetros, son chutes de endorfinas que te enganchan a la necesaria necesidad de viajar, tal vez porque no tengas motivos para estar quieto o, simplemente, porque tu opción a vivir en esa burbuja es ésa, tan respetable, como el o la que decide montarse un chiringuito familiar, con casa, coche, perro y prole.

Es una reflexión sincera sobre una decisión que en el momento en que se duda de ella, te asoma al cataclismo de un sueño -sentirte enamorado- que es, al fin y al cabo, otro reflejo en el espejo en el que nada es lo que parece. Pura vida.

Up in the air  te deja un regusto amargo porque te presenta como derrotado -al solitario- frente a socializado -el que decide vivir con su mochila-. Y es un error. O quizá no. Cuando estás en una cama de un hospital, entubado, contando las horas que te quedan para embarcar hacia la oscuridad, es, siempre, cuando piensas que la compañia es necesria. Pero creo que es un error también, Hay una frase memorable en la peli: Todos morimos solos. Una verdad indiscutible.

El atrezzo que deseemos colocarnos a lo largo de la vida, al final, se vuelve tramoya pura. Morimos solos. Y si hay que dar explicación de lo realizado a lo largo de nuestros días, llegarán, pero en soledad también. Ni abogados defensores ni fiscales que acusen.

Me ha gustado y recomiendo Up in the air.

P.A.: el viernes intenté ver Vicky Cristina Barcelona. A los 20 minutos corté. Es lo más insufrible visto por mis ojos en esta vida.