Qué equivocados estamos cuando pensamos que en 20 ó 30 está la edad perfecta. Yerran los más sabios porque saben, ya sabemos, que ellas, llegan a su máxima expresión de perfección a los 40 ( y ya no cesa… ad eternum).

Independientes, decididas, sabias, completas, inteligentes, espléndidas, seguras, mordaces, lúcidas…

Ellas saben llegar a esa edad. Explotan y se expanden.

Nosotros, nos acongojamos cuando las vemos entrar con tacón de aguja, zapatillas de estar en casa o chanclas playeras. Faldas, vaqueros, pitillos o… descalzas.

Cariátides, sílfides, calíopes, cleopatras… exploradoras de un mundo al que no temen.

Algunos rozan la invisibilidad de su miembro por las redondeces imperialistas de sus abdómenes; otros, peinan brillos.

Los más, camino de esa edad, empezamos a contar las canas por miles y envidiamos como ellas, con esa edad y varios hijos en el mundo, saben llevar con garbo, prestancia, presencia y elegancia, una edad que las hace infinitas.

Inalcanzablemente ellas…

A sus 40.