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2014Ellas, jugadoras
Diario IDEAL, 24 septiembre 2014
Esta semana es una de ésas muy especiales en mi vida. El próximo sábado se inaugura mi primera exposición de fotografía algo que hace tan sólo unos meses jamás podría haber imaginado. Pero como no soy de los que se queda en el camino, que lucho por lo que quiero y si me fijo un objetivo me meto en la piel del ‘rayo que no cesa’, ese deseo-sueño se ha convertido en realidad.
Pero esta exposición tiene muchísimo de especial. En este conjunto de veinticinco fotografías resumo mi descubrimiento del rugby como deporte de equipo, sus valores, el esfuerzo, la comunidad que se genera a su alrededor, como ‘escuela de personas’ para mis hijos gracias al Ingenieros Industriales de Las Rozas. Añado al deporte, mi deporte. Gracias al rugby me he entrenado de forma incansable en el arte de la fotografía. Desde trabajar sin herramientas ni conocimiento a que mis instantáneas fueran portada del ‘Induspaper’, la revista del club que tantos buenos momentos ha recogido en sus páginas. Pero a todo esto añado que las personas protagonistas de esta colección de fotos no son los jugadores, sino ellas. Las chicas del infantil sub-16 del ‘Indus’ a las que he seguido durante dos temporadas por ser las compañeras de Fernando, primero, y luego también de Alex, enrolados todos en la misma categoría por edad.
Tengo más de seis mil fotografías de todos ellos. Sin embargo las que siempre me han impresionado son ellas. La semana pasada hablaba del exterminio como ser que sufre la mujer en determinadas religiones y hoy, este sábado, es la mujer, en su esplendor de esfuerzo, trabajo, entrega, sacrificio en un deporte ‘de hombres’ como es el rugby, las que son objeto de mi sencillo y sentido homenaje. Esas religiones no me habrían dejado bajo ningún concepto fotografiarlas, simplemente, porque ellas no existen.
Ahí están Paula, Ale, Olivia, Marta, Inés y Violeta, sencillamente, espléndidas. Porque ellas son así. Espléndidas. Maravillosas. Unicas. Seguramente las fotografías no sean ni las mejores, ni las más espectaculares, ni las mejor resultas desde el punto de vista técnico, pero créeme lector, que cuando las ves en papel como yo ya las he visto, tienen alma. Se notan sus latidos, sus lágrimas, su sudor, su esfuerzo, su entrega, su compañerismo, su respeto, su enorme fuerza interior… todo un conjunto de valores, emociones, circunstancias que las hacen, bajo mi punto de vista fotográfico, dignas de un homenaje permanente.
No me canso de cantarle a la mujer. No me fatiga adorarla y hasta sentir un asquerosa envidia por su manifiesta superioridad frente al primitivismo que lucimos los del género masculino; pero bien visto, me encanta porque cada día que paso intento entenderlas, comprenderlas e incluso, parecerme a ellas, aunque en mi cabeza de ‘homo masculinus’ rija la falocracia. Pero es que creo que eso es lo mágico, lo subyugante. ¡Y me encanta!
Me asomo ahora a estas fotografías, como lo he hecho con mis escritos en prosa y en verso, con un enorme respeto y admiración por la figura femenina. En este caso féminas en fase de ser mujeres en todo su esplendor que juegan entre hombres sin olvidar que son mujeres. Por eso sus figuras se recortan de forma diferente entre los tres palos que forma la H de la línea de ensayo de un campo de rugby.
No quiero acabar sin reconocer el mérito de los padres de ellas, por ser tan fuertes y valientes como sus ‘vástagas’ soportando melés, ataques o jugadas de indudable peligro físico. Y por su puesto, a mi club, al club de mis hijos, el Ingenieros Industriales por haberme enseñado tanto en tan poco tiempo. Fueron aquellas fotos las que me constaron mi rotura de menisco que tanto ha cambiado mi vida, tal vez, para siempre -ahora corro mucho más, mejor y más lejos, sin que me duela nada-.
Estas fotografías son también otro homenaje a esta parte de mi vida que se ha llenado de instantáneas y que ha puesto, en muchos casos, en formato de imágenes lo que otras veces he intentado expresar con palabras escritas. Y lo mejor de esto es que no atisbo signo alguno de cansancio en ninguna de estas lides. Porque si algo me ha enseñado el rugby es que sin esfuerzo, sin respeto, sin preparación, sin disciplina y sin educación, no se llega a ningún lugar. Por eso no soy político.
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Cartel de la exposición
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