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2010En mis sueños
A estas horas de la noche en las que uno decide escribir, la mejor compañía es algo de música -hoy toca Aimee Mann- y un ‘dejarse de llevá’ a ver donde llegamos al final de esta hoja electrónica. El cuerpo me pide hablar -¡no por Dios!- de política. Pero como el FMI nos ha dicho que aquí no se creará empleo hasta 2016, pues me planto y para no darle el día a los ‘progres(ando en paro)’, me tiro por calle de en medio y voy a pensar en mis sueños más calientes; pero políticos. Sí, es extraño, pero una vez tuve un sueño cargado de sexo con alguna figura política. No develaré el nombre no vaya a ser que nos caiga, por cercana y conocida, un affaire erótico-onírico en el que por supuesto hubo ‘Punto G’. No el del prevaricador, no. Este era de alevosía y nocturnidad y que ni por mucho tocar(lo) se cansaba. Cansino. Que es que eres ‘mu’ cansino. Así piensa alguno. O alguna. Joven o ‘jóvena’. Es lo que tiene el sexo de las políticas. Se piensa en ellas pero no se puede contar no vayamos a querellas y ya tenemos el lío ‘montao’ que ‘pa’ montonera ya están las del rugby. Por eso me quedo con el sueño y la política -ella-, con la que tenía mucha química -eso pensaba y pienso yo-. Pero como quiera que lo porno no pone, quedémonos en los más ‘light’. En los vestidos. En ellas vestidas. Políticas. De las ‘peperas’ no digo nada porque no mandan ahora mismo, y las que veo, van cortaditas por el mismo patrón. Si me quedo con alguna es con la antigua tertuliana ‘COPEtera’, Cayetana Alvarez de Toledo, con ese acento ‘argentinizado’ y un estilo pija ‘pop up’ que me recordaba a la Rosenvinge.
De las que mandan, me ponen, ahí es nada, la de Economía. Liberal, Doña Elena tiene un puntito ‘british’ muy saltarín. Me gustan sus tobillos y sus siempre acertados tacones. Garmendia es otro pedazo de ‘tiaka’. Supera los 170 centímetros de altura y es una burguesa ‘sansebastianita’. Y se le nota. La pasta y el estilo. Otra que se sube al cajón es la Vice. Dña María Teresa, será socialista de toda la vida, con papá franquista de -casi- toda la vida (léase su vida en Wikipedia), pero gasta una elegancia a la hora de vestir, inmejorable. El viernes pasado lució en la conferencia de prensa tras el Consejo de Ministros un conjunto de chaqueta blanca a juego -por sus detalles- con un pantalón rojo pitillo, que más de una quisiera para sí. Lo digo por entrar en esos pitillos -y en su armario-. Estilo, sin duda. Los pelos discutibles, pero Dña María Teresa tiene gusto, del bueno, y del caro.
Y mención a parte, merece la dueña de mis desvelos. Que me deja ‘pillao’ cada vez que la miro, que la veo, que se me cuela en la caja tonta. ¡Leire! Es incorregible. Ya tardó en caer en manos de un estilista que le colocara extensiones, le tapara el frontispicio que tan poca justicia le hace con su doble mentón y le diera brillo a su discreto cuero cabelludo. Pero este sábado, de visita a los socialistas canarios, con fondo azul, se me sube al púlpito gastando un torerita verde semáforo que tapaba una estampada blusa repleta de amarillos plataneros, rematada por un ‘jeans’ gris ceniza que la (re)mataba. Casi palmo al verla. ¡Josemiiiii! ¡Ana Rosaaaa! Sí. A punto estuve de irme a los infiernos al ver ese conjunto ‘pajinero’. Me temo que no hay solución. Es caso perdido. Me consuela pensar que dos liberales -ellas- y una socialista, elevan el listón.
Sin haberlo previsto esta columna ha devenido por estos andurriales. Empezaba acordándome de aquel sueño erótico con política incluida. Acabo recordándola. Un día se lo contaré. Lástima que ya no esté por estas latitudes porque la edad me va haciendo desvergonzado. Total, a las políticas también les gusta tener aduladores.
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